La verdad es que la prudencia de los mercados europeos empieza a ponerse ya bastante aburrida. Hoy la constante han sido los vaivenes, el escaso recorrido y la aún menor convicción en lo que se hacía, ya fuera al alza o a la baja.

Parece que, desde un punto de vista estrictamente técnico, los mercados del Viejo Continente están a la espera de que Wall Street de el paso definitivo para salir al alza, que no es otro que la ruptura de la media de 50 sesiones por parte del S&P 500.

Pero lo cierto es que con tanta tensión en Oriente Medio, tanta declaración por un lado y por el otro y tanto ruido de fondo, es bastante complicado abstraerse y mirar la Bolsa solo desde sus gráficos. Los pies ahora mismo son de plomo y aunque los gráficos del Dax y el FTSE asemejan a una figura que los elliottistas conocen como diagonal de salida, cualquiera se fía.

En el Ibex se ha producido el esperado efecto negativa de la no nominación olímpica y las constructoras que tan felices se las prometían con las nuevas infraestructuras a realizar han retrocedido como estaba previsto. A las hoteleras les ha pasado un poco de lo mismo.

Fuera de nuestras fronteras el único índice que parece tener alguna fuerza es el Mibtel italiano, pero es más efecto de lo que perdió en los últimos tiempos que por la fortaleza que tenga ahora mismo. Con su inestabilidad política y los constantes rumores, apoyos, dimes y diretes, cualquiera se fía de este índice como referencia.

Al cierre, el Dax avanzó un 0,01%, lo que equivale a nada, en tanto que el FTSE perdió un 0,25, el CAC un 0,22% y el Ibex un 0,26%. Esta vez ni siquiera una apertura alcista en Wall Street fue capaz de animar más el cotarro…