Agustín de Foxá

15/10/2010

diarioabierto.es.

Madrid, de Corte a checa, suma y sigue. Sevilla, del Ayuntamiento a un centro cívico, sigue dando paso al esperpento. Aunque nunca nos olvidamos de Agustín de Foxá y de su novela del Madrid sitiado por la guerra –esa guerra interior que es la devastación de la ciudad, una jauría humana bajo las banderas humeantes-, ahora Josefa Medrano ha vuelto a ponerlo muy de actualidad. Así, la concejala de Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Sevilla denegó el uso de un centro cívico municipal para un homenaje a Agustín de Foxá. Ahora, como todo esperpento auténtico tiene su desarrollo legal, se sentará en el banquillo de los acusados del Juzgado de instrucción número seis de la capital andaluza, por un delito contra los derechos fundamentales y las libertades públicas, recogido en el artículo 501 del Código Penal, que castiga con entre uno y tres años de prisión a quienes inciten “a la discriminación, al odio o a la violencia contra grupos o asociaciones, por motivos racistas, antisemitas u otros referentes a la ideología, religión o creencias”. En fin, un disparate muy valleinclanesco, y no olvidemos que el gallego, “insigne escritor y extravagante ciudadano”, en palabras del dictador Miguel Primo de Rivera, fue uno de los maestros literarios de Foxá.

No nos habíamos olvidado de Foxá, aunque sí un poco. A fin de cuentas, es uno de esos escritores falangistas que, sin el éxodo del 27, de lo que quedaba de la generación del 14 y del 98, habrían seguido siempre muy bien ovillados en su segunda fila del patio de butacas literario.  {destacado}Sin embargo, también en la segunda fila el talento es posible, y ahí tenemos esa novela, Madrid, de Corte a checa, cuyo homenaje cualquiera podría secundar. Pero claro, aquí viene la medianía intelectual que asola a buena parte de nuestra población política, la vida contemplada sin matices, y como Agustín de Foxá era falangista, un facha, vamos, pues esta chica, Josefa Medrano, va y prohíbe el uso de ese centro cívico. Si lo hubiera permitido, se habría celebrado sin mayor repercusión: a fin de cuentas, a quién le importa hoy, en España, y más aún en los medios, la literatura.

Sin embargo, la ignorancia supina de Medrano –Foxá es un buen escritor-, y quizá su falta de talento político, ha dado al homenaje una repercusión que nunca habría tenido de haberse permitido. Mirada partidista, corto alcance. Foxá sigue ganando.

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