Explorando Madeira

12/03/2014

Carmela Díaz.

Porto Moniz

Porto Moniz

A poco más de dos horas de vuelo podemos disfrutar de un destino sorprendente, con un clima privilegiado, repleto de contrastes y rico en naturaleza, senderismo, navegación, tranquilidad, gastronomía y tradiciones: Madeira.

Visita al cabo Girão y Câmara de Lobos: el cabo Girão es uno de los más altos de Europa, su acantilado mide casi 600 metros. En la cima tiene un mirador que ofrece vistas de la inmensidad el océano Atlántico, pero también de las viñas que se cultivan al pie del acantilado. El mirador del cabo Girão se encuentra a unos kilómetros del centro de la localidad de Câmara de Lobos, un pueblo de pescadores con mucho encanto.

Santana y sus casitas tradicionales: el concelho de Santana está considerado por la Unesco Reserva Mundial de la Biosfera. Es famoso porque conserva algunas de las casas tradicionales de Madeira (parecen casas de muñecas) con vistosos colores y tejados picudos de paja llamados colmos, que tuvieron éxito por toda la isla gracias a su capacidad de aislamiento.

Pico Arieiro

Pico Arieiro

Visita la isla de Porto Santo: desde Funchal salen todos los días ferris rumbo a la vecina Porto Santo, que cuenta con una preciosa playa natural de arena blanca de 9 kilómetros de longitud. En tan solo dos horas de travesía por el Atlántico se puede disfrutar de otra perspectiva y otros paisajes.

Subida al Pico Arieto y al Pico Ruivo: una de las panorámicas más espectaculares de Madeira se encuentra en la cima del Pico Arieiro situado a 1.818 metros de altitud. Desde el Mirador de Minho de Manta se obtienen espléndidas vistas sobre el Valle de la Ribeira da Faja da Nogueira. Exactamente lo mismo ocurre con el pico más alto de Madeira, el Pico Ruivo, que ofrece unas vistas magníficas, más propias de países centroeuropeos que de una isla semi-tropical.

Península de San Lorenzo: esta ruta transcurre en el extremo oriental de la isla. Las distintas tonalidades de los acantilados junto con el azul del mar y las panorámicas sobre la costa, la convierten en un paseo imprescindible. Además, durante el invierno esta zona seca se cubre de verde potenciando el contraste de colores.

Espetada

Espetada

Porto Moniz: este pueblo es el punto más al noroeste de Madeira y también el más espectacular. Sus bellas piscinas naturales constituyen uno de los mayores atractivos de la isla. Rodeadas de extrañas formaciones de roca volcánica, estas piscinas poco profundas cuentan en marea alta con aguas cristalinas, siendo el lugar de baño favorito para los habitantes de la zona. Porto Moniz presume de un largo paseo marítimo que conecta las piscinas con el muelle, muchas zonas verdes, bares y numerosos miradores.

¿Qué no hay que dejar de probar en Madeira? La Poncha, que se hace con limón natural exprimido, miel, aguardiente de caña de azúcar y zumo de naranja. Los ingredientes se introducen en una jarra y se mezclan con una especie de almirez de madera que se llama caralhinho. Es un cóctel delicioso, original y muy fácil de beber por su sabor dulce. La Espetada (¡deliciosa!), que son trozos de tierna carne de ternera, macerados en especias, ensartados en un espetón y cocinados a la brasa. El pez espada negro (no se trata de nuestro emperador, pero igualmente es un pescado sabroso que no defraudará) servido con plátano, llamado en portugués espada preta. Filete de atún con maíz frito (el maíz frito en dados es uno de los ingredientes más típicos de la cocina autóctona, recuerda en sabor y textura a la leche frita). Carne em vinha d’alho, que es carne de cerdo marinada con ajo. Y la Caldeirada, que se trata de una sopa de pescado típica de Madeira. En general todas las sopas y platos de cuchara elaborados en la isla están deliciosas, como la sopa de tomate con cebolla y huevo o el arroz caldoso con marisco.

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