Adolfo Suárez, comunicación en estado puro

25/03/2014

Charo Gómez.

El domingo todas las cadenas de televisión y emisoras de radio dedicaban amplios espacios informativos a recordar y homenajear al que fue el primer presidente de la democracia española: Adolfo Suárez. “Hacedor de la democracia”, “un hombre audaz”, “un político de altura”, etcétera, han sido algunos de los términos utilizados por los numerosos periodistas y colaboradores que han desfilado por los especiales de las distintas cadenas de radio y televisión. En un día lleno de halagos hacia la persona de Adolfo Suárez, me llamaron especialmente la atención las palabras de Manuel Campo Vidal, presidente de la Academia de la Radio y Televisión, y de otro ex presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, también fallecido.

El primero, señalaba que “Suárez era un gran comunicador que tenía una habilidad innata y natural para conectar con la gente” Apostillando en su intervención que con esa cualidad se nace, no se aprende. Y no recuerdo muy bien, pues el domingo fue un día de constante “zapping”, si fue el mismo Campo Vidal u otro de los contertulios quien puso el ejemplo del primer discurso de Adolfo Suárez en el salón de su casa. Sentado en un sofá, con una postura nada rígida sino como si estuviera compartiendo con amigos, eso sí con plena convicción y un tono asertivo, su hoja de ruta en el desempeño de su cargo en aquellos años convulsos de finales de los 70 cuando aún todo estaba por hacer. O ese gesto tan suyo en los momentos difíciles, que fueron unos cuantos, juntando las palmas con los pulgares hacia arriba o como cuando el asalto al Congreso, erguido y ligeramente con los hombros hacia atrás, tratando de imponerse ante los golpista que habían ocupado el salón de Plenos.

Por su parte, Leopoldo Calvo Sotelo, señaló en su día que “Adolfo Suárez no sólo decía lo que iba a hacer sino que además lo hacía”. Algo que también muchos colaboradores ejemplificaron con trazos de nuestra historia como fue la decisión anunciada de legalizar el Partido Comunista de España.

 

Estoy totalmente de acuerdo con Manuel Campo Vidal. Hay personas que desde niños ya apuntan dotes de liderazgo (según sus amigos de la infancia Adolfo Suárez estaba en todos los “ajos”) y tienen una habilidad natural para transmitir y conectar con las personas. Y utilizan el lenguaje no verbal como parte importante y de forma no forzada para convencer, para empatizar con sus interlocutores, para imponerse si llega el caso. Para ser un líder hay que saber comunicar; de lo contrario, el liderazgo adquirido corre peligro de resquebrajarse. Y es muy cierto que no todas las personas tienen ese don innato. Pero también creo que se puede mejorar. En cualquier caso, lo importante es la preparación, no hay nada mejor que la “improvisación preparada”.

Suárez, a quien conocí, a pesar de tener en su ADN la habilidad comunicativa, preparaba concienzudamente con sus colaboradores sus intervenciones sazonándolas con gestos, miradas circunspectas o amigables según la ocasión, sonrisas, abrazos y apretones de manos de los de “verdad”. En definitiva, su discurso y apariciones públicas, amén de ideologías, tenían consistencia tanto en el contenido como en la forma. Adolfo Suárez era un “animal de la empatía”. Y eso es comunicar.

Para un líder, ya sea político, social o empresarial, la comunicación per se no es válida. Pues la comunicación por sí misma no puede cambiar la realidad y tarde o temprano  puede volverse en contra. Y es en este punto, en el que tienen cabida las palabras de Calvo Sotelo “Suarez no sólo decía que iba a hacer sino que además lo hacía”.

En comunicación no es bueno moverse en arenas movedizas; el barro al final lo enfanga todo. Es imprescindible que cualquier estrategia de comunicación esté sustentada por hechos comprobables. Sólo así, el líder ganará en credibilidad. Y en aquellas cuestiones que, por determinadas causas, que siempre puede haberlas, no se haya cumplido lo prometido, el líder debe dar un paso al frente, ser transparente y explicar los motivos por los que no ha podido llevar a cabo sus compromisos. Aunque ello suponga el tener que abandonar su cargo. Suárez dimitió. Fueron tiempos difíciles para él. Pero hoy todos tienen buenas palabras hacia su figura por sus dos empeños más importantes: su familia y su servicio a la libertad de este país. Descanse en paz.

Charo Gómez es directora de Estudio de Comunicación

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