Políticos y sufridores…

10/04/2014

Carmela Díaz.

politicosRecientemente comía con alguien que ha ocupado cargo público durante muchos años y me echaba la bronca por lo killer que soy en mis columnas -o eso afirma él- cuando escribo sobre la casta. Me recriminaba mi reiterada dureza “conocedora como eres, de la realidad de su día a día más allá de los focos” (y eso que todavía no ha leído El sexto hombre…ay, ay, ay…).

Él me daba la razón acerca de que la política actual es un desastre, que los casos de corrupción se han salido de madre y que ni los partidos ni sus dirigentes han evolucionado, quedándose anclados en el siglo pasado. Ambos nos poníamos de acuerdo en que pululan políticos de todo pelaje: honestos, trabajadores, caraduras, sinvergüenzas, cualificados, narcisistas, analfabetos, inteligentes, máquinas…

carmelaconnombrePero justo es reconocer que en la práctica -como en tantos otros ámbitos de la vida- pagan justos por pecadores, y los que se lo toman en serio, los que son dignos de su puesto y hacen honor a sus responsabilidades, están más pringados de lo que parece.
Las llamadas a cualquier hora se suceden sin tregua y siempre toca estar de guardia. Acechan periodistas cargados de mala leche -que hay muchos, los buenos- con la pregunta puñetera a punto: inviable no estar lúcidos para dar la respuesta correcta porque todo lo que salga por su boca es publicable. Las intervenciones, declaraciones y ruedas de prensa son continuas. Los nervios de acero resultan imprescindibles para mantener la compostura en cualquier situación, y es obligado estar perfectamente documentado, informado e instruido de lo que pasó, está pasando y pasará. La disciplina de partido es más férrea e inquebrantable de lo que se transmite de puertas para fuera. Como es lógico, es imposible que todos los que integran una estructura estén siempre de acuerdo con las directrices impuestas por la cúpula. Lidiar de fábula en política es tragarse muchos sapos. A diario. Y hay que tener un estómago de acero para que tanto sapo no se atragante, para digerirlos y para ser capaz de no indigestarse los días, que en vez de uno, se tienen que tragar hasta tres o cuatro… Las cosas deben acometerse en el justo y preciso momento, ni un segundo antes ni uno después. Eso implica tener una visión certera de los acontecimientos y de su previsible repercusión. Para controlar los dichosos tiempos hay que tener, además, paciencia soberana. Pero alguien sabio dijo un día “si tienes paciencia y te colocas en la orilla, tarde o temprano la corriente arrastrará el cadáver de tu enemigo”.

Cualquier decisión implica una grandísima responsabilidad porque afecta a miles de ciudadanos y nunca va a llover al gusto de todos: hagan lo que hagan, arreciarán los palos desde uno u otro sector.  Lo que todos critican en público, la inmensa mayoría lo practica en privado. Y no se mide con el mismo rasero a los que están en lo alto del escalafón que a los que todavía están subiendo. Lo que a algunos se les tapa a otros les machaca. ¿A algún valiente le apetece intentarlo todavía?

Pero aun reconociendo que no todo es un camino de rosas, si hoy no meto un poquito de caña… ¡reviento! El esfuerzo por alcanzar el poder es grande, pero el esfuerzo por conservarlo es ilimitado en recursos, habilidad y toda clase de artes. El poder deshumaniza. Si algunos dedicasen el mismo tiempo, empeño y energía en aportar soluciones e ideas para los ciudadanos en vez de maquinar como van a conservar el cargo, estaríamos mucho mejor gobernados. Conservar el culo en el sillón -en cualquier sillón- y legislatura tras legislatura, es todo un arte. Requiere ingenio, contactos, tiempo, aliados, grandes dosis de hipocresía, en algunos casos cursos acelerados de cómo ser un buen trepa sin parecerlo y una estrategia fetén.

Finalizo con un amargo aviso para navegantes: en el caso de las políticas todo lo que expongo en este artículo se multiplica hasta el infinito… Además, su imagen,  vestuario o  circunstancias personales eclipsan el desempeño de sus funciones. ¿Hasta cuándo?

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2 pensamientos en “Políticos y sufridores…

  1. Su artículo es veraz, acertaado y objetivo. Características que espero conserve usted en su novela «El sexto hombre».

  2. Muy buena la aportación del final sobre como se juzgan algunos aspectos de las políticas mujeres que jamás e haría con sus homólogos hombres.

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