La legalidad como agravante

14/04/2014

Germán Temprano.

No se conoce jurisprudencia alguna que diga que aquello que es legal no puede, a su vez, ser altamente vergonzoso e impresentable. De hecho, ya en demasiadas ocasiones, la legalidad se usa como escudo para defenderse de lo que, a todas luces, escandaliza en lugar de ser un recurso para dar ejemplo al ciudadano. Si la familia de la consejera de Educación madrileña, Lucía Figar, con más de 125.000 euros de ingresos sabidos por el carácter público de sus nóminas, obtiene un cheque-guardería de 1.100 euros por su hija mientras que, de su puño y letra (la misma por cierto que concede las ayudas de las que se beneficia) suprime diez mil becas de comedor, no hay boletín oficial, ni uno ni mil amontonados, que tape semejante vergüenza. Es más, la legalidad es, en este caso y en otros muchos, más agravante que eximente.

Como lo es que todavía sesenta y un diputados cobren por alojamiento mil ochocientos euros al mes (más o menos el triple del salario mínimo) cuando tienen casa propia en la ciudad en la que desempeñan su labor ya sea esta presentar iniciativas o sestear en los Plenos.  O lo es que a través de las llamadas ‘puertas giratorias’ ex ministros y otros cargos públicos de los dos partidos mayoritarios, que siguen defendiendo a muerte este bochorno, disfruten de canonjías indecentes aunque se aburran tanto en los consejos como dice que se aburre el ex presidente González. Tedio que, hasta donde se sabe, no le ha impedido llevarse un suculento botín a cambio de sus bostezos.

Y aún así, por lo que confiesa otro ‘ex’, este de abdominal más lustroso, a esta pobre gente le cuesta una barbaridad ganarse la vida honradamente. Y es que no es de extrañar que con una pensión pública de setenta y cinco mil euros anuales, más sus ‘asesoramientos’ que multiplican esa cifra, más sus conferencias o los adelantos de sus memorias, apenas te llegue para relajarte en spas de lujo o para comprarte mansiones en la zona más lujosa de Marbella. Para eso y poco más. Todo este relato de cosas muy legales se torna pues, a ojos de las víctimas de este escrupuloso cumplimiento de la normativa vigente, un motivo más que sobrado para un encabronamiento social ‘in crescendo’ espoleado aún más por esos cantos a la recuperación de Rajoy ¿De qué recuperación habla el señor presidente? ¿De la cadera del Rey?

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