Europa fue una buena idea, la lástima es que se ha quedado en muchos casos en idea. Ahora todos los partidos nos inundan de Europa, nos hablan de la importancia de la institución cuando en realidad lo único que pretenden es  colocar el mayor número de sus candidatos en Estrasburgo. Nos esconden que las atribuciones de los escogidos es mínima ya que las decisiones se toman en otra parte, bien sea en la Comisión o en el Consejo. Sin embargo todos los partidos incluso se molestan en hacer su propio programa…

La incapacidad europea para afrontar los problemas urgentes ce la Europa comunitaria es crónica. En todos los conflictos las decisiones urgentes tardan años en tomarse y cuando se toman (como la crisis económica) lo hacen en detrimento de los intereses de la mayoría de los ciudadanos para beneficiar a sectores muy concretos. Su papel en la política internacional cada vez es más reducido. ¡Qué olvidada queda la promesa que los dirigentes europeos después de Maastricht que “hemos construido la Europa económica, ahora toca construir la Europa social!”. Si lo primero es dudoso que lo hayan conseguido,  lo segundo directamente está olvidado.

Y no hablemos de los conflictos internacionales, bien sea con Rusia, Siria…. en las que el peso de la Unión Europea es mínima dado que, en la práctica acostumbran a difundir un medido comunicado que en la mayoría de los casos sólo es un estéril brindis al sol.

En cambio las elecciones europeas sirven para interpretarlas en clave local, para saber qué grado de aceptación tienen los dirigentes de cada país en su sociedad y por ello no es de extrañar por un lado la escasa participación que tradicionalmente tienen estos comicios y, por otra, la posibilidad de ejercer un voto de castigo al partido gobernante sin que ello tenga demasiadas consecuencias.

Dicho lo cual, la idea de una Europa unida y solidaria es bonita.