Regalo fiscal a los de arriba

18/09/2014

Luis Díez.

Con la abstención de los nacionalistas vascos y catalanes a las enmiendas de devolución de la reforma fiscal que formularon los grupos de centro-izquierda, el Congreso de los Diputados comenzó a tramitar el jueves la famosa “rebaja de impuestos” que anunció Mariano Rajoy en el último debate sobre el estado de la nación. Las novedades son pocas. En el IRPF se reducen los tramos (de 7 a 5), quedan exentos quienes ingresen menos de 12.000 euros al año (ya no tenían que pagar) y se devuelve a la esquilada clase media una renta que oscila entre 200 y 300 euros al año a partir del ejercicio de 2015. Es solo una parte de la subida que sufrió en 2012, aunque el proyecto contempla una nueva reducción en 2016.

En su argumentación, el ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, pronunció una frase brillante: “El objetivo de la reforma es que paguemos todos y que todos paguemos menos impuestos”. Significó de ese modo su decisión de proseguir la lucha contra el fraude, aunque no concretó si con la intensidad vigente que ha reducido un 9% la recaudación derivada de las inspecciones, algo que no ocurría desde 1981 según subrayó el socialista Pedro Saura, o con los renovados bríos que no constan en la reforma, acaso porque como dijo el estratega Agamenón camino de Troya, no hay que dar pistas al enemigo.

Ya es sabido que Montoro y sus subordinados han instalado “chivatos” contra el fraude en la web de la Agencia Tributaria, lo que ha dado excelentes resultados contra la “economía sumergida” y los chapuceros de toda laya, de donde se deriva un significativo porcentaje de ese incremento del 7,1% de recaudación del IVA del que alardea el ministro. ¿Ven como la economía se está recuperando? Cifras son cifras. Y esto sin contar la utilidad del “chivato-web” para que no pocos empresarios clientelares catalanes se hayan animado a desvelar las dentelladas, más que mordidas, del clan Pujol Ferrusola y los de su estirpe.

La rebaja de impuestos es posible porque, según repitió Montoro hasta no poder más, la economía española ya crece, ya crea empleo, ya las empresas han reducido su endeudamiento en 150.000 millones de euros, ya las familias se han desendeudado en otros 100.000 euros y ahora toca incentivar el consumo y la actividad. De ahí que el IVA no se toca ni se tocará a pesar de las voces que abogan por la subida. Al menos eso aseguró Montoro. En el impuesto de sociedades se baja el tipo de las grandes del 28 al 25%, que es el que rige para las pymes, y más adelante, en 2016, se les bajara a éstas. En todo caso, con los nuevos incentivos –reserva de capitalización y reserva de nivelación, más la ampliación del descuento por I+D+I–, van bien servidos. Y en cuanto a las actividades económicas de los autónomos, ya saben que si facturan menos de 15.000 euros al año se les aplica la retención del 15% y no el 21% al que lo elevó en 2012 para todos.

Si nos atenemos a lo que dijeron los portavoces del PNV, Aitor Esteban, y de CiU, Josep Sánchez Llibre, “esto no es una reforma fiscal, sino un maquillaje”. Si damos por buenos los argumentos del socialista Saura y del joven economista de IU Alberto Garzón, la “pseudoreforma” acentúa las diferencias sociales con un regalo de 9.000 millones de euros a quienes menos lo necesitan. Esos recursos serían menester para empleo, vivienda y alimentación –subrayó Garzón–, pero la opción de la derecha es y sigue siendo la destrucción del Estado social y la extensión del copago a todos y cada uno de los servicios básicos. Ambos portavoces coincidieron en que ese dinero no va a ir a incentivar el consumo y la actividad económica porque los ricos son pocos y no van a consumir más. “Irá a la inversión especulativa”, auguró Garzón. Y en el caso de la machacada clase media, irá a los bancos, a pagar deudas.

Con datos sobre la mesa, Saura destacó que estamos ante “un regalo a los de arriba”. El 1% de los contribuyentes con la renta más alta verán reducido el tramo fiscal en siete puntos y se llevarán el 60% de la reducción del IRPF. Quiere decirse que 190.000 contribuyentes ahorrarán 7.000 euros al año, cincuenta veces más de la reducción media al resto, y seis millones de contribuyentes no tendrán reducción alguna. El del PSOE tachó de “irresponsable” la reforma e insistió en que profundiza la desigualdad y “pone en riesgo la convivencia”. También auguró que el regalo de 3.000 millones de euros a las grandes empresas en exenciones a las plusvalías tendrá un impacto mínimo o nulo sobre la economía. Cuando hay más paro, reducen la cobertura a los desempleados, bajan y quitan las becas, suben el IVA, el IBI, las tasas, el impuesto a la energía, extienden los copagos y laminan la capacidad adquisitiva de los pensionistas, el regalo fiscal a los que más tienen no solo es “electoralista”, dijo Saura, sino que anuncia más recortes y más subida de impuestos indirectos.

Replicó Montoro al de IU con una sucesión de preguntas retóricas encadenadas sobre el pasado remoto, el paraíso comunista, y sobre el pasado inmediato al del PSOE sobre aquellos tiempos en los que Zapatero ponía cheques-bebé (luego los quitó), bonificaba a todos los contribuyentes por IRPF con 400 euros con carácter general –“nos costó 6.000 millones de euros”, recordó– y decía que bajar impuestos es de izquierda. ¿Aquellas medidas eran electoralistas?, preguntó el ministro. “No vengan ahora con el yo no he sido”, restregó a los del PSOE, sin olvidar que también ZP suprimió el impuesto sobre el patrimonio. Lo que no negó porque no pudo fue el beneficio neto a los de arriba. Sobre esto, prefirió el silencio.

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