Veamos el gráfico del Dax en barras de cinco minutos y verán rápidamente a qué me refiero:

Ya lo ven, subidón en la preapertura, hueco en la apertura, euforia que duró dos horas y todo al carajo. No era Escocia y, por tanto, no se podía continuar la fiesta. O la fiesta se vio rápidamente interrumpida por la cada vez mayor evidencia de que a Francia la van a recortar el ‘rating’ y hay quien dice que esta misma noche.

Ni el no escocés, ni el cuanto peor mejor, ni tío páseme usted el río. Y encima, vencimiento de futuros trimestrales, la excusa perfecta para que hagan mangas y capirotes los de siempre.

Los que compraran en la apertura al calor del no escocés, deben estar escocidos y perdón por el juego de palabras. Se la han dado con queso una vez más y cuando el lunes vendan temerosos de que las cosas se vayan a poner chungas ya les van a comprar los de siempre a un precio más bajo. Luego no me digan que no les avisé.

El caso es que en el mercado no se habla de otra cosa que de Francia, del desastre de su economía, de la tormenta política en la que está instalado el país vecino… ¿Y Escocia? Eso fue ayer. Hoy no tocaba salvo para animar el cotarro en la apertura y que los incautos entraran al trapo.

El juego mil veces jugado, el compra con el rumor y vende con la noticia ha vuelto a dar sus réditos a quienes son capaces de mantener el pulso fuerte en los momentos más delicados y esos no son precisamente los inversores particulares, así que ya saben por dónde van los tiros.

Al cierre, las velas que han dejado todos los índices europeos son de lo más feo que uno ha visto en los últimos tiempos y numéricamente se expresa así: el Dax avanzó un 0,01%, el FTSE, un 0,27%, el CAC perdió un 0,08% y el Ibex ganó un 0,10%.