Gumbo. Se trata de un pequeño restaurante ubicado en la calle Pez de cocina tradicional de Nueva Orleans. Una opción divertida -y económica- para comer o cenar en pleno barrio de Malasaña. El gumbo es una sopa tradicional de Luisiana y el Golfo de México, que además de caldo y arroz puede contener ingredientes diversos, siendo las gambas y mariscos los más populares. Las cocinas creole y cajún son las más características de la ciudad cuna del jazz, pero apenas son reconocidas en España. Se caracterizan por una interesante fusión de tradiciones culinarias europeas enriquecidas con sabores africanos, caribeños e ingredientes americanos. Normalmente los platos destacan por unos sabores muy potentes y por toques picantes.

El restaurante Gumbo es un local sencillo, sin pretensiones, pero ofrece especialidades que merece la pena probar como los tomates verdes fritos con salsa remoulade, los mejillones gratinados, los cangrejos de caparazón blando, el picantón de granja inyectado, marinado y entero, el bonito ennegrecido con especias a la plancha y las alitas de pollo al Bourbon. Como postres no hay que dejar de probar la tarta de mantequilla de cacahuete con salsa de chocolate y la de zanahoria.

El Jardín Secreto. La céntrica -y traviesa- calle Montera esconde un tesoro en sus alturas: un coqueto oasis urbano en forma de jardín secreto. En la azotea de la tienda de Salvador Bachiller, tras dejar atrás una cafetería interior con cierto aire vintage, descubres un espacio mágico que te transporta a un decorado de cuento: enredaderas, cestas de flores multicolores, árboles y plantas de llamativas hojas son el decorado ideal para un salón de té único. Lo mejor son los detalles que ornamentan cada rincón: un cenador, balancines, mobiliario de hierro forjado, las cartas del menú que viajan dentro de jaulas de pájaro… La oferta gastronómica es sencilla: consta de bocados ligeros, desayunos, meriendas, bollería recién horneada, cócteles, batidos y tés fríos y calientes.  Para una cita romántica al atardecer o una agradable sobremesa en buena compañía, el entorno es inigualable.

Hattori Hanzo. No solo de sushi y sashimi viven los japoneses. Para demostrárnoslo se ha inaugurado la primera izakaya (típica taberna japonesa) de la capital.  Algo así como nuestras castizas tascas de tapeo pero a lo nipón. Se está consolidando como punto de encuentro indispensable para los aficionados a este tipo de gastronomía. Situada en un lateral de la Gran Vía madrileña, Hattori Hanzo  nos muestra una oferta gastronómica original, casera, auténtica  y a unos precios razonables.  El establecimiento está diseñado respetando fielmente el estilo japonés y cuenta con dos ambientes diferenciados: una terracita con yatai (puestos de comida callejera) para un picoteo previo. El interior cuenta con el comedor y otra barra con pequeñas mesas.  Disponen de una variada oferta de brochetas elaboradas en barbacoa (los Kushiyaki), pero algunos de los bocados imprescindible, además de las sardinas en escabeche y el cangrejo de caparazón blando son:

Gyozas: los amantes de estas empanadillas orientales no quedarán defraudados. Las cocinan sabrosas y en su punto.

Kakuniman: se trata de un pan japonés al vapor relleno de panceta, pepino y salsa hoisin. Delicioso.

Yakitori: muy ricos, elaborados al momento y a la piedra.

Ebi Mayo: nos encontramos ante uno de los platos más conseguidos. Son gambas en tempura, crujientes, acompañadas de una salsa picante.

Tonkatsu: es un filete de cerdo (deshuesado) rebozado y servido con una salsa agridulce tipo barbacoa.

Okonomiyaki estilo Hiroshima, la especialidad de la casa: es una masa con varios ingredientes cocinados a la plancha, similar en aspecto a la tortilla española, servidas con panceta, col y decoradas con atún.

Los postres también sorprenden (llaman la atención los dorayakis de judía roja) y también ofrecen una buena selección de sakes de calidad.