Clavo de Madagascar, pensamientos, frambuesa, ajenjo, limón, raíz de lirio, árbol cascarillo, vainilla, manzanilla, anís estrellado o canela de Ceilán son algunos de los ingredientes más comunes del vermú rojo (aunque también existe el blanco, más seco). De ahí proviene el peculiar sabor de este vino típicamente europeo que cada vez gana más adeptos a la hora del aperitivo. Les invito a conocer alguno de los establecimientos imprescindibles en la ruta capitalina del vermú.

La Ardosa. Sin duda se trata de una de las tabernas míticas de Madrid, tanto por su historia como por el ambiente que se respira. Nada mejor que disfrutar de su vermú artesanal con cecina de León, rabas, anchoas del Cantábrico, bacalao al ajoarriero, cebollas rellenas de atún, unas fabes con calamares muy notables, unas croquetas de cabrales o de carabineros, huevas de maruca, canapés de oca con arándanos, de sardina ahumada, de langostino de Ibarra, de arenques marinados al Jerez o de melva de almadraba. Y, por supuesto, no dejen de probar su humeante tortilla de patata recién hecha. Con vermú o sin él.

Taberna La Concha. Para muchos, una de las mejores de la capital. Cuenta con una completa lista de cavas y de vinos, pero hoy destacamos su adictivo vermú con spray de ginebra, aceituna y servido en copa de cóctel. ¡Cómo debe ser! La relación calidad precio es muy buena, la materia prima no defrauda, la simpatía de los camareros supone un plus y las tapas están todas muy ricas: el solomillo a los tres quesos, el rabo de toro, las albóndigas de pescado con curry verde, los pimientos rellenos de queso de tetilla o sus ya famosas lentejas con pato confitado y foie. Sirven platos especiales sin gluten para celíacos.

Carmencita. Azulejos castizos y una barra con solera dan la bienvenida a otros de los locales míticos para tapear y degustar un vermú de extraordinaria calidad. Bocados tradicionales (paletilla, paté casero, callos, huevos fritos con patatas y morcilla, croquetas, sus míticas chuletillas,  rape, chipirones en su tinta…) deliciosos, pero a un precio algo elevado.

De Rodríguez y Salas

De Rodríguez y Salas. Si adoras el vermú, este establecimiento es de obligada visita. “Cocina optimista y vermús” es su carta de presentación; o de la combinación de lo castizo y contemporáneo, de los vermús y las tapas, de la cocina creativa y la de siempre. Disponen de una carta de vermús españoles, franceses e italianos (no hay que dejar de probar el que elaboran con canela en rama). Decoración chic y sabores sorprendentes como las croquetas de chipirón,  las ortiguillas, el steak tartare al estilo sirio, los torpedos de langostinos, el salpicón de corvina… Resumiendo, una vermutería moderna, con buen gusto y mejor cocina.

Lhardy. Traspasas sus puertas y retrocedes un siglo, sintiéndote como un personaje isabelino, como un cortesano del siglo XIX mientras paseas por sus salones. El mobiliario, la vajilla, el ambiente añejo, esas pesadísimas cortinas, los camareros vestidos de camareros… No solo su cocido y su soufflé son míticos: también el vermú de grifo. Su cóctel estrella es la media combinación, hecho con ginebra, angostura, vermú y piel de limón. Nada más estiloso que la elegancia de lo antiguo…

Hora del Vermut, Mercado San Miguel

La hora del vermut. Ubicado en el Mercado de San Miguel este puesto ofrece una gran variedad de vermuts de diferentes regiones (de Reus, Madrid, La Rioja…). No sólo se sirven distintos vermús de grifo, también se pueden degustar unos exquisitos vermuts reserva (rojos, blancos o rosados), sangrías y rebujitos. Pero además de su culto al vermú este espacio guarda otro tesoro: sus deliciosos encurtidos. Aceitunas de todos las variedades, tamaños y colores, aliños sorprendentes, guindillas, cebollitas, banderillas de todos los sabores… Acaban de inaugurar también espacio propio en Platea.