El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy,no acepta consejos de Pedro Sánchez, Cayo Lara y Rosa Díez contra la corrupción. Por el contrario, los imparte. Rajoy compareció ante el pleno del Congreso el miércoles, 29 de octubre, para informar sobre los acuerdos del último Consjeo Europeo, que básicamente se resumen en el estreno, el 1 de noviembre, de la nueva Comisión Europea con la propuesta de Juncker de movilizar 300.000 millones de euros de inversión pública en infraestructuras para evitar el estancamiento. Un plan E a lo bestia. Pero el patio de Monipodio en el que una cantidad creciente de pilladores y sinverguenzas han convertido este país centró la discusión. El dirigente de IU, Lara, aconsejó al presidente que haga lo que en su día Estanislao Figueras: “Reúna al gabinete, dígale que esta hasta los cojones de nosotros y convoque elecciones”. Abundó Lara en que “la gente está harta, indignada, hasta los mismísimos, de ver cómo se lo llevan crudo”.

Rajoy no aceptó el consejo. Lógico. No está en disposición de adelantar los comicios para perder antes de tiempo la mayoría la mayoría absoluta de la que disfruta. Sería de defectivos de entendimiento. Por el contrario cree que con pedir perdón en nombre del PP, como hizo el martes en el Senado y ocultar las grietas con aguaplas, el futuro seguirá siendo suyo y de su partido. Tampoco aceptó la propuesta reitrada por la Izquierda Plural de crear una comisión de investigación de las quiebras bancarias. “La justicia está funcionando, la fiscalía funciona, la Abogacía del Estado está trabajando, la policía actúa, el Gobierno está tomando medidas y lo que aquí tenemos que hacer es legislar para que estas cosas no se repitan”. De paso le espetó a Lara: “Tenga usted cuidado”. El de IU le preguntó si era una amenaza. El de Pontevedra le aclaró que se refería a la situación política porque están a punto de ser rebasados por Podemos.

El presidente tampoco aceptó el debate monográfico que sobre la corrupción reclamó el socialista Pedro Sánchez y del que podrían derivarse compromisos fuertes contra esa lacra que Rosa Díez tildó de “ébola de la democracia”. Antes, al contrario, le aconsejó que pidiera perdón por los Eres fraudulentos y los casos de corrupción que también salpican al PSOE. “Haga como yo y pida perdón, ¿o es que Susana Díaz no le deja?”, le asestó. Sánchez recordó que los expresidentes andaluces Manuel Chaves y José Antonio Griñán no están procesados, como ocurre con la alcaldesa de Alicante, que ni ha sido cesada ni expulsada del PP. No olvidó mencionar al lamentable Bárcenas, y le espetó algo tan obvio como que “está rodeado de corrupción”. El PSOE registró el lunes 48 medidas contra la corrupcion.

También desoyó Rajoy la petición de Rosa Díez, de UPyD, de que dé la cara y aborde un problema que ha colocado a este país “bajo sospecha”. Ya no son casos aislados –dijo–, sino de un asunto estructural y sistémico. Sólo reconociendo la gravedad de la corrupción del sistema se podrán adoptar medidas para erradicarla. Rajoy se mostró abierto a considerar cuantas aporten los grupos parlamentarios y recordó que la primera decisión que adoptó cuando llegó al Gobierno fue reformar la ley de financiación de los partidos. A ello añadió la famosa ley de transparencia y buen gobierno y las reformas penales y administrativas pendientes de tramitación. Con todo, “no es verdad que estemos en un país corrupto, no demos una imagen que no es real”. Eso dijo.