Cuando Mariano Rajoy y los suyos se colgaban medallas de la recuperación económica y de la salida de la crisis supongo que se había de leer que algunos dirigentes las cosas les iban mejor que nunca. Ahora se ha empezado a poner en marcha el ventilador y la réplica de los que defienden la honorabilidad de la clase política ha sido contundente: “y tu, más” junto a la eterna promesa incumplida (acaso incumplible con la actual clase política) de “vamos a tomar medidas”.

Sin embargo muchos tiemblan. Es poco creíble que los máximos responsables de los partidos ignorasen lo que hacían sus subordinados. No es de recibo que se hicieran grandes obras en las sedes sin que los jefes lo aprobaran y que no preguntaran a sus gerentes cómo se financiaban estas opoeraciones o a santo de qué les daban un sobre con dinero en efectivo. No tiene visos de verosimilitud que sólo el gerente conociera y manejara los trapos sucios de la casa y que nadie se interrogara cómo se mantenía la empresa. No parece coherente que nadie sospechara que las “altruistas” ayudas que determinados empresarios hacían para contribuir a la financiación del partido fueran desinteresadas.

Como todo ello es más que sospechoso y la clase política hay que suponerle una determinada inteligencia, lo que parece más coherente es que de una u otra manera muchos “no quisieran saber” o “hicieran ver que no sabían”. Es más, muchos no pueden evitar la sospecha que los políticos que ahora más se rasgan las vestiduras por los episodios que afloran estos días no transmiten otra sensación del que “por esta vez a mi no me ha tocado”, por mucho que clamen que “la política es una actividad honrada” y hablen de manzanas podridas. Unas en beneficio del partido y otras desviando fondos hacia bolsillos poco honorables.

Con toda esta actividad poco constructiva es creíble la afirmación del periodista de “El País” Ernesto Elkaizer que fue contundente al afirmar que el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz había dado órdenes a sectores próximos de la policía para reunirse con periodistas y venderles la información de las cuentas de Suiza de determinados políticos catalanes. “Les acuso directamente” apostilló Elkaizer en una entrevista a Rac1.

En política unos aseguran que no vale todo siempre y cuando no se descubra el pastel mientras otros siguen con la máxima que el fin justifica los medios. En cualquier caso algo huele a podrido y no precisamente en Dinamarca.