Si Blas de Lezo hubiese sido yanqui…

17/11/2014

Carmela Díaz.

lezo300Posiblemente sus hazañas habrían dado la vuelta al mundo y copado títulos literarios; calles, plazas y columnas le honrarían; su magna figura habría inspirado a escultores, pintores, poetas y hasta a los guionistas de superproducciones hollywoodienses. Y permanecería instaurado en la memoria colectiva como personaje de leyenda. Pero como nació español, que se inaugure una escultura en su honor en la madrileña Plaza de Colón -por iniciativa privada y con aportaciones de la sociedad civil-  supone todo un logro.

Carmela Díaz

Para los que desconozcan las efemérides de este insigne marino vasco -España deja caer en el olvido a sus héroes y ensalza a meapilas infumables– unos breves apuntes de su biografía.  Blas de Lezo y Olavarrieta fue un bravo soldado español que nunca se rindió, que sacrificó su vida para salvar la integridad del Imperio. El sitio de Cartagena de Indias fue la victoria más contundente que atesora nuestra Armada por la tremenda desproporción de fuerzas entre ingleses y españoles.  La diferencia era de tal naturaleza que el almirante inglés, Vernon, seguro de su victoria, ordenó acuñar monedas en las que Blas de Lezo se arrodillaba ante él. No se dio semejante humillación, sino todo lo contrario. El español derrochó astucia y agallas siendo capaz de vencer ¡con seis navíos y poco menos de 3.000 soldados! a todo un ejército de casi 200 navíos y más de 20.000 hombres. Él fue el artífice de la derrota más bochornosa de Inglaterra de todos los tiempos. Incluso su rey prohibió que se hablara de esa batalla (la Guerra de la Oreja de Jenkins). La defensa de Cartagena de Indias llevada a cabo por Blas de Lezo y sus intrépidos hombres, prolongó la existencia del Imperio español y el dominio de las rutas comerciales del Atlántico hasta la batalla de Trafalgar. Una gesta equiparable a los 300 espartanos de las Termópilas pero a lo hispano.

Pero qué decir de nuestro querido país, con ese genuino carácter ingrato, con esa insana querencia por ensalzar lo ajeno y masacrar lo propio, con esa arraigada idiosincrasia cainita, con esa extraña vocación para el olvido de los ilustres admirables, con ese borrar de un plumazo los episodios de los que deberíamos sacar pecho. Blas de Lezo demostró una heroicidad a la altura de Nelson, si no más. El inglés fue enterrado con honores, su pueblo lloró por él y el mundo entero sabe de sus triunfos. El español murió solo y pocos en nuestra propia patria conocen sus proezas.

Pizarro, Hernán Cortés, Valdivia, Orellana… Pertenecemos a una tierra de grandes conquistadores aunque las nuevas generaciones lo desconozcan, en parte por su desidia, en parte debido a unos sistemas educativos nefastos, más focalizados en promover el aldeanismo en vez de fomentar el conocimiento de la HISTORIA con mayúsculas de la cual este país fue protagonista. Y no solo en épicas batallas: Jorge Juan, Isaac Peral, Agustín de Betancourt, Severo Ochoa, Ramón y Cajal… ¿Cuántos de nuestros jóvenes conocen sus valiosas aportaciones?

En la actualidad los mayores enemigos de España no proceden de ultramar: los tenemos en casa. Convivimos con ellos en territorio nacional y están patrocinados con nuestros impuestos. Hastiados de corruptos, advenedizos, blanqueadores, sinvergüenzas, ladrones y rupturistas estamos necesitados de contemporáneos y corajudos  “mediohombres” -apodo de Blas de Lezo, cojo,  tuerto y manco a causa de graves heridas de guerra- que nos recuerden a los españoles quiénes somos y de dónde venimos.

Honremos a nuestros valientes, eduquemos a nuestros hijos en el respeto hacia el vasto pasado que acumulamos, reivindiquemos a las figuras extraordinarias que forman parte de nuestros anales, potenciemos a los personajes que enarbolaban valores tales como lealtad, honradez, arrojo o mérito. Que nuestros hijos se sientan orgullosos de su origen, de pertenecer a este país. Nos haremos un favor a nosotros mismos.

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