A la tópica pregunta si usted se siente catalán o español me llamó la atención una respuesta que señaló “soy español en la medida que me dejen ser catalán”. También recuerdo que el primer viaje oficial que hizo el entonces presidente de la Generalitat a Castilla y León en el año 81 que explicó que “Castilla ha hecho España y Catalunya también la ha hecho. Ambas comunidades tenemos una larga historia pero también una forma diferente de entender España y ambas tenemos el derecho de defender nuestras tesis”.

Mariano Rajoy aprovechó su viaje a las antípodas para anunciar una próxima visita a Catalunya en la que anuncia que explicará sus posiciones ante el conflicto que enfrenta el Estado a una parte más que significativa del pueblo catalán.

Mientras los secesionistas tienen un discurso articulado y barajan numerosos argumentos para apoyar sus tesis, los españolistas responden a estos planteamientos con tópicos (mejor juntos, queremos mucho a Cataluña…) cuando no con insultos y descalificaciones, sin olvidar una actuación gubernamental recentralizadora y buscando agraviar innecesariamente a los catalanes con continuos recursos o imposiciones (como la ley general de educación), mínimas inversiones en infraestructuras y un descarado ahogo económico de la Generalitat.

Tras la consigna inicial de valorar como un fracaso el hecho de que más de dos millones de catalanes se rebelaran y votaran una consulta calificada de ilegal, esta votación debería, propiciar que los dirigentes del Gobierno se plantearan las razones de este malestar en la población catalana, que reflexionaran el por qué un sector de estos votantes acudieron a las urnas cuando sociológicamente no figuraban en el espectro del voto nacionalista (constato que si trasladáramos los resultados de esta consulta a unas hipotéticas elecciones al Parlament, el resultado sería de mayoría absoluta). Quizás sería bueno que analizara las causas de esa desafección.

Esperemos que Rajoy reflexione sobre esta situación y articule un discurso que plantee soluciones al conflicto de manera que pueda convencer a una parte de la población catalana (no ha mucho, los partidarios de la secesión no pasaban del 25%). No sé si aún se está a tiempo de reconducir la situación y propiciar que los catalanes se sientan cómodos en España. Probarlo no cuesta nada.

El peligro es que el presidente del Gobierno venga a hacer un discurso para los suyos o para los votantes del resto de España  y no para la mayoría de los catalanes, con lo que sería una nueva oportunidad –quizás la última- perdida.

En cualquier caso, señor Rajoy, bienvenido a Catalunya.