Rajoy se entrena para ejercer la oposición

19/11/2014

Luis Díez.

Verá usted, Pedro Sánchez Pérez-Castejón, España no necesita una reforma de la Constitución para nada. ¿Díga usted qué diferencia hay entre el Estado de las Autonomías y el federalismo que ustedes proponen? Concrete usted. Algunos en su partido le llaman “federalismo asimétrico”, otros no están de acuerdo y usted sigue sin concretar. ¿Qué sistema de financiación propone? ¿Va a suprimir los conciertos? ¿Cómo va a tratar los hechos diferenciales? ¿Qué competencias exclusivas quiere blindar? Así hasta una docena de preguntas.

Como si se tratara del mundo al revés, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy Brey, se puso a examinar al secretario general del PSOE en la sesión de control al Ejecutivo del miércoles, Fausto en el santoral. Y planteó las preguntas con tanta enjundia y habilidad que el dirigente socialista no le pudo contestar, no porque no supiera o quisiera, sino sencillamente porque no tenía turno de réplica. Los diptuados del PP soltaron las manos para aplaudir la gran visión de Rajoy, que para estos lances reglamentarios se basta y sirve por sí solo.

Todo venía a cuento de la votación de dos millones y pico de catalanes en la consulta ciudadana del 9 de noviembre pasado –sin ningún valor jurídico– y de la falta de cintura política para resolver un problema de entendederas entre las dos personalidades de la misma ideología que gobiernan a su gusto y a disgusto de millones de ciudadanos en España y a nivel autonómico en Cataluña. Sánchez considera que los problemas políticos no se resuelven dándoles la espalda, como viene haciendo Rajoy desde que le tiró los trastos a la cabeza a Mas cuando éste le pidió un sistema de financiación similar al “concierto vasco” para Cataluña. Y ya se sabe que si un gobernante no ofrece soluciones, se convierte en parte del problema.

La propuesta de los socialistas de recomponer los afectos y los consensos mediante una reforma constitucional para regenerar la vida democrática, tratar de cerrar el poso de desconfianza entre la ciudadanía y las instituciones, blindar derechos sociales básicos y reconocer otros que no existían en la Carta Magna de 1978 y también para fijar un modelo federal sin disfunciones y duplicidades de competencias no es el bálsamo de Fierabrás, como entiende Rajoy, sino una operación quirúrgica bastante seria.

Ya es sabido que a Rajoy no le gustan las operaciones. Varias veces le han recomendado operarse de los ojos para ver mejor de cerca y siempre lo ha evitado. Prefire valerse de las gafas. En el caso de Cataluña sus lentes se llaman fiscalía y tribunales de justicia a pesar de la discrepancia y el choque de pareceres con el fiscal general del Estado, Eduardo Torres Dulce. El desenfoque ya es tan evidente que hasta un tonto con un bobo dentro comprende que estamos ante un problema político. No obstante, las gafas permitieron a Rajoy afirmar que leerá y dialogará con el Ejecutivo catalán sobre el documento de necesidades que le entregó Mas en La Moncloa antes del verano. Algo es algo.

Mientras, en los pasillos algunos diputados del PP seguían sin comprender la interpretación politica del jefe del Ejército de Tierra, teniente general Jaime Domínguez Buj, sobre el problema de Cataluña. Buj atribuyó el martes a la debilidad de la metrópoli, del “poder central”, la fortaleza del independentismo catalán y realizó un paralelismo histórico con el independentismo en América Latina tras la invasión francesa y con la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. ¿Se puede atribuir debilidad a un Gobierno que cuenta con mayoría absoluta en el Parlamento y la mayor parte de las autonomías? El general Buj lo ha hecho sin un solo reproche ni una reconvención del comandante jefe de las Fuerzas Armadas, es decir, Rajoy.

Luego se extrañará de que los enanos se le suban a las barbas. Pero esas cosas ocurren cuando el gobernante solo es fuerte con los débiles. Por cierto que el general Buj ha vuelto a encarcelar, por hablar, al teniente Luis Gonzalo Segura, autor de “Un paso al frente”, la novela sobre abusos y corruptelas en el Ejército. Sobre la obediencia y disciplina de las autonomías, el ministro de Hacienda, Cristobal Montoro, informó a sus señorias que habían recortado gastos por valor de 18.000 euros en los dos últimos años. “Es la reducción del déficit público la que nos está sacando de la crisis”, insistió.

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