Viajar gratis

20/11/2014

Maite Vázquez del Río.

A medida que se van conociendo nuevos detalles de cómo viven nuestros políticos más me da por pensar que se lo ponemos en bandeja de plata. ¿Quién controla a los que nos legislan? Por más leyes de transparencia que haya, la verdad es que todavía tenemos mucho que aprender de otros países que por su forma de actuar resultan mucho más democráticos que la recuperada democracia en España.

Tras la instauración de la democracia los nuevos políticos, aunque algunos se quedaron de la anterior etapa, los llamados «padres» de la democracia española eran como los prohombres, adalides de la libertad, de querer hacer bien las cosas, recuperar libertades, haciendo lo que fuera necesario para que a los españolitos de a pie se les fuera el miedo de la recién abandonada dictadura.

Y como a los ciudadanos lo que nos afecta está directamente vinculado al bolsillo y a la salud poco cuestionamos las acciones, que nos decían que eran por nuestro bien, y mucho menos poníamos en cuestión la honorabilidad de quienes nos regían. No había transparencia ni en la Casa Real ni en los partidos de los que nos empezaron a llegar las primeras chamusquinas con eso de su financiación.

Estábamos tan contentos por la recuperada libertad que no nos quedaba tiempo para desconfiar de nada. España salía adelante económicamente, el Estado de Bienestar se dejaba notar en los hogares, aunque ya en la década de los ochenta comenzamos a escuchar algún que otro abuso de algún hermano de algún político. Pero los políticos entonces eran sagrados y el que la hacía la pagaba y si no que se lo pregunten a Alfonso Guerra.

Otra cosa era el día a día en nuestras ciudades. Criticábamos en los bares o las tertulias con amigos o compañeros de trabajo los desmanes y aires de grandeza de algunas decisiones de nuestros ediles, pero de ahí no pasaba la cosa.

Cuarenta años después, aquellos intocables políticos se nos han derrumbado por sus propias acciones. Las pasadas y las presentes. Hasta los que parecían más honrados nos han decepcionado. A nosotros, a los que nos decían que vivíamos por encima de nuestras posibilidades nos pilló con el pie cambiado la crisis, a la banca también, pero las entidades han tenido ayuda, nosotros nos hemos tenido que ayudar entre nosotros. Pero que no nos pidan ahora que les creamos.

La penúltima ha sido que viajan gratis todo el año en avión y tren, y reciben 3.000 euros para taxis y no tienen que dar explicaciones a nadie. El propio presidente del Congreso, Jesús Posada, se rasgaba las vestiduras después de haberse cerrado un acuerdo entre PP y PSOE para empezar a controlar trimestralmente esos viajes, aunque sin dar muchos detalles de quién viaje y para qué lo hace. Y se rasgaba las vestiduras defendiendo la honradez de los diputados. Pero también tiene que entender que los ciudadanos estamos hartos de que luego nos pidan perdón. Esta visto que en España para que las cosas vayan bien hay que imponer el miedo… a ser pillado. Hacienda lo consiguió con los contribuyentes. Ahora se trata de que la democracia lo consiga con sus políticos.

Cómo estará el tema de los viajes gratis que esos días de gran barullo con el caso del presidente extremeño y sus viajes a Canarias, en Madrid la vigilancia en el metro se redobló pidiéndonos a todos los billete, no fuera a ser que se nos ocurriera viajar gratis como a alguno de nuestros senadores o diputados. A nosotros si nos controlan porque ellos sí que no se fían de los ciudadanos.

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