Unas risas contra el racismo

19/12/2014

Miguel Ángel Valero. “Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho” es otro gran éxito de la comedia francesa.

El matrimonio Verneuil, un elegante matrimonio de provincias, tradicional, burgués, católico, él gaullista, por supuesto, y ella, habitual de la iglesia, ve cómo sus hijas se van casando, por el juzgado y sucesivamente, con un musulmán, un judío y un chino. Es el punto de partida de “Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?”, dirigida por Philippe de Chauveron, que sabe de lo que rueda, porque su hermano estuvo casado con una magrebí y él mismo vivió con una africana.

Después de tres bodas mixtas, los Verneuil solamente desean que la hija menor se case al menos por la Iglesia. Y eso sí lo conseguirán, pero no con el novio que ellos hubieran deseado.

En la misma línea que “Barbacoa de amigos”, ya comentada en diarioabierto.es el 18 de julio, y que también llegó a las carteleras españolas de la mano de A contracorriente Films, “Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?” refleja el éxito de comedia para mostrar dramas humanos. En una es la amistad y los conflictos que existen en torno a ella. En la otra, el choque de culturas, en forma de bodas mixtas.

Este éxito del cine francés, al que nadie discute el galardón de comedia europea del año (es la película más vista y con mayor recaudación en Francia, y ha arrasado también en Alemania, Bélgica y Grecia), muestra cómo el humor es la mejor arma contra el racismo, la xenofobia, el odio al que no es como yo.

No podemos olvidar que “Ocho apellidos vascos”, un indiscutible éxito en España pero que no ha tenido tanta suerte en la exportación como estas comedidas francesas, es una versión del conflicto entre el norte y el sur, planteado por la francesa “Bienvenidos al Norte” en 2008.

Entre continuas risas, un magnífico trabajo coral, en el que cuesta elegir quién hace la mejor interpretación (yo voto por el desternillante sacerdote), y escenas realmente geniales (como la pesca protagonizada por los dos padres, el francés y el africano, y todas las peripecias, algunas de ellas casi surrealistas, posteriores), “Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?” es un alegato en pro de la integración, del mestizaje, del respeto al que no es como tú.

Como dice el chiste, al final todos los matrimonios son mixtos. ¿O no?

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