De imputados a tertulianos

21/01/2015

Carmela Díaz.

Carmela Díaz

Carmela Díaz

Si no fuese porque estamos asfixiados, el desempleo supone una lacra demasiado pesada, nos gobiernan corruptos e ineptos a partes iguales, nos chotean desde las cúpulas sin decoro ni vergüenza y porque la crisis galopante que aún padecemos pesa en los bolsillos -y en el ánimo-, este país sería muy divertido. Mucho. El vodevil, el sainete y la picaresca siempre se nos dieron de fábula. Por estos ibéricos lares pululan personajes que van desde lo pintoresco a lo grotesco. Los tontolaba abundan; los granujas también. La convivencia entre ambos tipos de españolitos provoca situaciones esperpénticas. Ya lo señalaba Valle-Inclán: “el esperpento es irónico a la par que trágico”.

El figura que cubría de pétalos de rosas el camino pisado por una acusada de tráfico de influencias, prevaricación y cohecho, sería un firme candidato a ganar el premio al gilipollas de la semana (el Reverte Malegra Verte) que otorgaba con sorna el creador de Alatriste. Me refiero a Castedo, la exalcaldesa de Alicante, esa presunta corrupta que se esfuerza por reciclarse en vedette catódica. O en tertuliana. Porque ahora cualquiera es merecedor de semejante calificación. Hasta no hace mucho tiempo, participar en tertulias o en debates de postín se encontraba al alcance de pocos: estar convenientemente informado, ser riguroso, independiente, veraz, instruido o dominar el complejo arte de la oratoria, la retranca y el regate dialéctico es patrimonio de los privilegiados. Pero resulta que el objetivo de los mandamases mediáticos en la actualidad no es potenciar la contienda inteligente ni aupar a las mentes brillantes: la farándula de los charlatanes vende más.

La sapiencia, la cultura o la erudición carecen de importancia: en este país ya no se ficha a eminencias o a personajes que atesoran vasto conocimiento sobre las temáticas del día. Solo interesa la máxima audiencia al precio que sea. El morbo también cotiza al alza. La obsesiva tendencia hacia lo soez gana puntos. El encumbramiento televisivo de personajes carentes de talento o de interés por el mero hecho de despotricar frente a una cámara no se trata de una moda pasajera: es una tendencia.

Algunas cadenas se alimentan de explotar lo más ordinario, chabacano y miserable del género humano. Aunque cada cual decide que canal sintoniza. Si no me gusta no lo veo. Hasta aquí no existe problema alguno. Lo que raya la inmoralidad, la indecencia y la falta de escrúpulos es que algunos medios de comunicación denuncien ferozmente las corruptelas y desfachateces patrias -exactamente lo que representa Sonia Castedo, esta aspirante a estrella del show business– para inmediatamente después contratarla como participante en sus programas fetiche.  Que una cosa son los famosillos de medio pelo -analfabetos, chillones, histriónicos y extravagantes-, y otra bien diferente los ladrones de guante blanco, los posibles delincuentes que permanecen imputados en procesos judiciales en curso.

El pillastre de Nicolás y la exalcaldesa de Alicante ya están haciendo sus pinitos en el star system. ¿Pero imaginan la que se avecina en las próximas tertulias primaverales? No descarten una mesa redonda con Bárcenas, Diego Torres, Fabra, la extensa prole de Pujol, Blesa o con el mismísimo Urdangarín dándoles la réplica.  Tal televisión, tal país.

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3 pensamientos en “De imputados a tertulianos

  1. El artículo, como siempre, es muy interesante por su contenido. La conclusión final es una verdad innegable: «Tal televisión, tal país»

  2. yo quiero ser monstruito del telecirco. Rascarme la barriga y cobrar 60.000 euros a la semana o tertuliar sin tener ni p…… idea de lo que digo

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