No hay como una mala herencia y una buena Encuesta de Población Activa (EPA) contra la verbosidad de esa oposición política que se reclama defensora de los trabajadores. Y ello apeló el jefe del Gobierno, Mariano Rajoy, para responder a Alberto Garzón, que se estrenó como futuro dirigente de IU en sustitución de Cayo Lara, reclamando la devolución de los derechos sustraídos en 2012 a los trabajadores, y a Pedro Sánchez, que no encuentra razón para el desbordado optismo de los ministros de Rajoy, sea la pérdida del miedo a perder el empleo del que habla Guindos o el contento del obrero al que se refiere Báñez.

Garzón quería que los diputados del PP se indignaran. “Indígnense con mis palabras”, les pidió. Era demasiado temprano para eso: las nueve de la mañana. Mal recurso para añadir que los indignados están en las calles, los comedores sociales, los desahucios. Son esos tres millones y medio de trabajadores buscándose la vida a salto de mata, esos jóvenes buscando trabajo en Lóndres, en Berlín y otros lugares porque aquí les han robado el futuro. Garzón hizo una amarga descripción, tan real como la vida misma, contra la propaganda oficial, el ya “crecemos y creamos empleo” del PP. “Si hay dinero para rescatar bancos y autopistas radiales, hay dinero para rescatar a la gente”.

Rajoy lo desplazó con una carga legal y tiró el balón hacia atrás: “Entre 2008 y 2011 se destruyeron 3,4 millones de puestos de trabajo y en 2014-15 va a haber un millón de afiliados más a la Seguridad Social, hemos mantenido las pensiones, no hemos bajado el seguro de paro, y hemos puesto en marcha el plan Prepara para los desempleados de larga duración; ustedes protestan y yo soy optimista”. ¿Se puede ser optimista cuando la tasa de actividad no remonta? ¿Se puede pensar como Guindos que los trabajadores ya no temen perder el empleo, pese a que el ejército de reserva no baja de cinco millones de desempleados?, le inquirió Pedro Sánchez. Rajoy moduló su mensaje: “Es dificil porque los que no tienen trabajo no pueden estar contentos, pero España está mejor que cuando ustedes dejaron el Gobierno”.

Sánchez insistió en el forcejeo: “3,8 millones de parados sin cobertura, un millón menos de población activa, cientos de miles de jóvenes sin trabajo ni medios de vida. Miren ahí fuera”. No olvidó la grave acusación de la vicepresidenta Santamaría contra el medio millón de parados a los que acusó de cometer fraude al desempleo ni tampoco, a trasmano, el famoso mensaje “Luis sé fuerte” de Rajoy a su extesorero Bárcenas, a punto de salir de prisión. El socialista repitió su lema, según el cual, “aquí no habrá recuperación hasta que no se recuepre el empleo y se repongan los derechos sociales liquidados”.

Entonces Rajoy contratacó con esa expresión, ¡epa!, tan típica de los vascos, y aparte de colocar a Sánchez en una competición con IU y Podemos a ver quién dice que las cosas van peor, avanzó que la Encuesta de Población Activa que vamos a conocer mañana indica que los contratos indefinidos suben un 19% y la creación de empleo se sitúa en el 5% frente a una destrucción anual del 8% en 2011. Acabáramos. Por esa razón el Gobierno es optimista.

Luego ya, si como expuso el socialista andaluz Miguel Ángel Heredia, uno de cada dos salarios no pasan de 970 euros al mes y uno de cada tres se quedan en 648 euros, de modo que sólo los trabajadores portugueses y griegos cobran menos que los españoles, tampoco pasa nada, según Báñez; lo importante es que estén contentos y consuman un poquito, sin pasarse.

Por su parte, el ministro de Hacienda, Cristobal Montoro, aprovechó el turno de preguntas para anunciar la próxima presentación del Estatuto de la Agencia Tributaria que “vendrá a dar seguridad a todos”, dijo. En respuesta al socialista Pedro Saura garantizó que Bárcenas no se librará de la acción judicial porque la abogacía del Estado ha rebatido su regularización de una parte de las cuentas en Suiza.