El gran hermano

22/01/2015

Josep M. Orta.

George Orwell escribió a principios del S.XX “1984” donde –a modo de moderno Julio Verne- auguraba un mundo cuyos habitantes estaban constantemente controlados por el ojo de un gran hermano.

A ojos de hoy el escritor inglés se quedó corto. Todos estamos absolutamente controlados y el poder establecido va dictaminando leyes para tratar de convertirnos en “gente de orden”, entendiendo la palabra orden de una manera muy particular. Ahora el PP da un paso más en convertirnos en máquinas del Estado al aprobar la figura de la cadena perpetua revisable, con lo que los centros penitenciarios se quitan la careta para olvidar el desiderátum de centros de reinserción para convertirse en edificios de venganza.

La Constitución garantiza el derecho a la intimidad, pero cabe preguntarse qué intimidad tenemos. Por la calle las cámaras de televisión vigilan todos nuestros movimientos, las comunicaciones telefónicas, por sms, internet o por redes sociales están rigurosamente controladas, cada movimiento que hacemos con las tarjetas de crédito quedan registradas, nuestras relaciones con la sanidad están almacenadas, así como nuestra vida laboral o académica, nuestros gastos, nuestros gustos…. Estamos rigurosamente controlados, incluso los futbolistas han puesto de moda taparse la boca en sus conversaciones para que no lean sus diálogos en los labios….

Pese a que el ministro del Interior asegura que con su política no pretenden reducir las libertades reconocidas por la Carta Magna, a la hora de la verdad las interpretan de una manera tan restrictiva que si legalmente hemos de protestar parece que se ha de hacer “con el debido respeto”, no sé si a la hora de pedir permiso poner la coletilla de “gracia que espera obtener de su recto proceder” y, evidentemente, caso de ser autorizada, ir a la manifestación con una actitud similar a la que se asiste a una procesión de semana santa.

Las libertades individuales y colectivas también han sufrido un severo tijeretazo, lo que extraña es que en los presupuestos de Montoro no destine una importante partida a la construcción de nuevas cárceles, por qué hay un gran hermano que nos vigila y como dice el mensaje bíblico, quien esté libre de pecado que tire la primera piedra.

Como cada regla tiene su excepción, queda claro que estos duros controles tienen un carácter más liviano en los delitos de corrupción, especialmente a los que afectan al tráfico de influencias entre políticos y empresarios.

Orwell se quedó corto.

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