No son aptas para todos los bolsillos, pero nadie rechazaría disfrutar de una noche especial en una de estas suites de ultra lujo. Son tan magníficas que incluso te puede apetecer quedarte a vivir allí. ¿Soñamos?

Suite Baco, hotel Yeatman, Oporto. Ubicada en el que, sin dudar, es el mejor hotel de esta ciudad lusa, la suite Baco es la joya de un establecimiento ya de por sí exclusivo y tentador. Tiene aproximadamente 150 metros coronados por un impresionante techo de madera que se extiende a la terraza interior. Desde su terraza exterior es posible recrearse con la espléndida vista al río Duero y a Oporto que ofrece la ciudad vecina de Gaia. El jacuzzi redondo en cobre se encuentra junto a una de las chimeneas y desde él también se pueden contemplar unas panorámicas inigualables. La cama giratoria se puede orientar hacia a una de las dos grandes pantallas de plasma o hacia los ventanales de 6 metros de altura que permiten otear el panorama desde todas las perspectivas. La terraza interior amueblada posee otra chimenea y se extiende hacia la gran terraza exterior, un lugar ideal para relajarse en una noche cálida. La suite Baco también cuenta con vestidor, salón de estar y zona de escritorio.

Suite Churchill, La Mamounia, Marrakech. “Es el lugar más maravilloso del mundo”. Churchill hizo este comentario a Roosevelt en 1943 mientras admiraban una de las famosas puestas de sol de Marrakech. Uno de los grandes tesoros de la ciudad marroquí es el mítico Mamounia, un hotel que fusiona la tradición marroquí con el lujo contemporáneo: el establecimiento es símbolo de refinamiento, elegancia y hospitalidad. Winston Churchill solía establecer allí su cuartel de invierno. Le gustaba pasear de un balcón a otro acompañando al sol en su ruta diaria, tratando de conseguir en sus pinturas un color tan real como le fuese posible. Un gran número de sus cuadros de los jardines de La Mamounia están expuestos en el Museo Churchill de Inglaterra. La suite presidencial del hotel, la suite Churchill, hace honor al estadista británico. En ella conviven con acierto el estilo inglés y marroquí. Con más de 100 metros, la estancia, exquisitamente decorada con predominio de los terciopelos y los tonos burdeos, consta de amplia habitación, gran salón y un despacho que mantiene el mismo escritorio donde escribía Churchill, dos cuartos de baño -uno para invitados- y una terraza que ofrece incomparables ocasos.

Suite Palladio, hotel Cipriani, Venecia. Resulta complejo seleccionar una única suite en el templo de los hoteles-palacio. Siempre se escribe sobre la mítica Redendore del Gritti, pero yo elijo la Palladio del Cipriani por sus fabulosas vistas de 180º sobre la ciudad de las máscaras. Y por ser un escenario clave en la novela Los viajes de Jimena. A esta suite, que cuenta con un cuarto de baño de ensueño y hasta con jardín propio, se accede desde un muelle privado. Pero lo mejor está en el interior: columnas de mármol, brocados, terciopelos, lámparas de araña, filigranas de cristal de Murano, obras de arte, antigüedades y unos ventanales panorámicos que proporcionan uno de los mejores atardeceres sobre la laguna veneciana con la silueta de la Serenissima al frente: cúpulas, azoteas, campanarios y el embrujo hipnótico de un lugar único disfrutados desde la Palladio mientras saboreas una copa de champán en buena compañía, constituyen casi una experiencia religiosa.

Diamond Suite Charles Garnier, hotel París, Mónaco. La magia comienza desde el  momento que en que se pisa este legendario hotel: es simplemente grandioso. La Diamond suite destaca por su elegancia clásica y cuenta con una decoración refinada que incluye antigüedades, delicada artesanía en madera, dos dormitorios, dos baños con mosaicos de mármol, un enorme lounge con sala de estar y amplio vestidor. Pero la guinda de este pastel de cuento de hadas es una impresionante terraza de casi 100 metros desde la que se pueden disfrutar de eventos del más alto nivel: por ejemplo, un asiento de primera fila para el Gran Premio de Fórmula 1. Con vistas a la Plaza del Casino, esta suite invita a escribir a cada huésped su propia página en la historia de este principesco lugar.