Christiane F. (Después de tantos años)

20/02/2015

Daniel Serrano. Hijos de la droga fue el libro que en los años 70 enardecía a las adolescentes y a los curitas jóvenes.

libroportadaw200Los niños de la estación del zoo de Berlín se han hecho mayores mirando pasar los trenes.

Al final la vida pasa para todos.

Igual que los trenes.

Incluso si eres heroinómano (suponiendo que sobrevivas a la devastación) la vida pasa.

Hijos de la droga alertaba de los peligros de la droga mediante la narración en primera persona de las desventuras de una chavala berlinesa que acababa prostituyéndose y yendo a conciertos de David Bowie.

El libro ornó las librerías de muchos hogares junto a Pearl S. Buck, Los renglones torcidos de Dios y Fauna Ibérica de don Félix Rodríguez de la Fuente, el naturalista cuya muerte inspiró la canción infantil más sádica de la historia del pop para niños.

Lo mejor del libro fue la película: Yo, Cristina F,. Vista ahora es una colección de excesos psicotrónicos de alto voltaje. Y también sale Bowie.

El caso es que Christiane F. existió y se llamaba Christiane Vera Felscherinow. Y se sigue llamando así puesto que esa joven descarriada se hizo mayor y ahora tiene 52 años y hace el relato de sus años de superviviente tras el estrellato como yonki star de aquellos disipados años 70 y 80.

Alpha Decay publica Christiane F. Mi segunda vida y se completa el dibujo de la existencia de aquella niña de 13 años que se enganchó a la heroína y luego fue exhibida como icono pop.

Cristina F es ahora una mujer de 52 años a la que los años de excesos pasan factura: hepatitis, soledad, paranoias…

El libro cuenta sus años tras el éxito del libro y la peli que hicieron de ella un ídolo de masas y cómo conoció a muchísima gente y siguió metiéndose droga en cantidades industriales y a algunos les importó y trataron de ayudarla y a otros no les importó porque formaba parte del espectáculo.

Cristina F vuelve a hablar en primera persona (de nuevo con la ayuda de una periodista, esta vez Sonja Vukovic) y relata con sencillez sus vicisitudes de drogadicta irredenta.
Un testimonio sin aspiraciones literarias pero tan crudo y sincero que resulta emocionante en muchísimos pasajes y, desde luego, entrenido hasta lo adictivo.

Este libro no es más que la segunda parte de aquel Hijos de la droga adaptado al signo de los tiempos. O sea, sin la moralina para curitas ni los pasajes de alto contenido sexual que tan profusamente comentaba Raquel, compañera de clase en primero de BUP, pitillito en la mano a la puerta del cole, poniéndonos los dientes largos a la tropa masculina.

En fin, que Christiane F. Mi segunda vida es un libro que a los cuarentones y cincuentones enternecerá porque forma parte de nuestro recorrido, ah, aquel tiempo de toxicomanías furiosas al que sobrevivimos.

Y la estación de metro de Berlin Zoo, donde en los interraíles de antaño comíamos salchichas y huíamos de los yonkis que todavía pululaban por los pasillos.

La parte más chunga del libro, por cierto, es cuando Cristina F confiesa que hay unos seres que la vigilan y la acosan desde la oscuridad o cómo asomarse a los abismos de la locura.

Y lo guapísima que fue Cristina F y todavía la fuerza que conserva en esos ojos fulgurantes de azul, según puede verse en la selección de fotos que incluye este volumen.

Estamos ante el fin de un relato. O tal vez no. Tal vez Cristina F se haga vieja y nos cuente cómo juega con sus nietos y haya una tercera parte.

Lo que resulta innegable es que nos hemos hecho mayores.

Los niños de la estación de metro de Berlín Zoo siguen mirando pasar los trenes.

Christiane F. Mi segunda vida. Christiane V. Felscherinow. Alpha Decay. 224 páginas.

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