Sánchez culpa a Rajoy de la quiebra generacional

25/02/2015

Luis Díez.

El vigésimo quinto debate sobre el estado de la nación nos mostró a un Pedro Sánchez duro y a la cabeza del jefe del Gobierno y a un Alberto Garzón con capacidad de atracción. Los opositores del PSOE y de IU intervenían por primera vez en el gran debate anual y eran la novedad de la contienda. Ninguno de los dos es pico de oro, aunque manejan bien la estadística. Tampoco Mariano Rajoy es un dechado de oratoria. Se comprende entonces que la vicepresidenta primera de la Cámara, Celia Villalobos, echara mano de su iPad y se pusiera a jugar al Candy Crush, que te permite sumar puntos y debe ser más divertido que las peroratas y los come cocos. Huelga decir que en las siete horas de la primera jornada de torneo parlamentario –hoy intervendrán el portavoz del PNV, los representantes del Grupo Mixto, el vocero del PP, y el jueves se votarán las resoluciones—sólo se escuchó una cita literaria. La pronunció Garzón para decir como Eduardo Galeano que la serpiente siempre muerde a los que van descalzos.

Hubo en la intervención del malagueño Garzón, el diputado más joven del Congreso, una nítida referencia a la alternativa de gobierno que se está formando en la calle a partir de las fuerzas de la indignación y que, según dijo, serán capaces de crear “un país nuevo”, con empleo, justicia y equidad. Invitó a Rajoy a salir del “bunker de La Moncloa”, visitar la calle y enterarse de lo que pasa. También hubo acusaciones como la de prestar a Grecia 18.000 euros a través de fondos buitres, la de “ponerse de parte de los mafiosos del Banco Central Europeo contra el pueblo griego” o la de “estar del lado de los verdugos, los bancos, frente a la gente que pasa hambre, tiene frío y no puede encender la luz”. Sus palabras suscitaron sonrisas irónicas en el banco azul. Su conclusión fue que hay que echar al PP del poder y recuperar “los derechos que han robado”. Y su remate sonó a amenaza de despido: “Les vamos a echar”.

Hubo en la intervención del socialista Sánchez un relato demoledor contra la política social, económica y fiscal de una derecha que, a cuenta de la crisis, ha atacado y desmantelado, dijo, parte del Estado social. Su descripción nos mostró un país en el que los jóvenes de las familias trabajadoras encuentran más obstáculos cada día para poder estudiar, de los 20 a los 30 años carecen de empleo (el 51% según la última EPA), solo les dan contratos precarios, muchos (en torno a 200.000) se han largado del país, de los 30 a los 40 años han de resignarse con salarios muy bajos (uno de cada tres no llega a 700 euros al mes), de los 40 a los 50 desviven con el pánico al paro, a partir de los 50 no encuentran empleo y se convierten en parados de larga duración, y a partir de los 60 llegan a la jubilación con pensiones bajas y congeladas.

Sánchez culpó a Rajoy de buscar “la resignación” de los españoles para que vivan peor que sus padres y le atribuyó “la quiebra del pacto entre generaciones”. Aunque no mencionó a la fuerza emergente Podemos, señaló adonde hemos de mirar para ver el principio del fin del bipartidismo, un fenómeno que ahora preocupa tanto al PP como al PSOE. Puesto que Rajoy esperaba de Sánchez un discurso más constructivo en el que admitiera el crecimiento económico y la creación de empleo, y eso no ocurrió, dijo que “le faltaba nivel” y luego se puso a mirar por el espejo retrovisor y a descalificar al gobierno andaluz de Susana Díaz, lo cual motivó que un diputado socialista de Granada que se llama Manuel Peci exhibiera una bandera de Andalucía y, tras ser llamado al orden por el presidente de la Cámara, Jesús Posada, se envolvió en ella, y Posada le volvió a llamar al orden y amenazó con expulsarle. Ese Peci se achantó.

Rajoy terminó su réplica y Sánchez volvió al estrado para sacar definitivamente de sus casillas al jefe del Gobierno con una intervención en la que le hizo saber que “yo soy un político limpio” y “usted el amigo y valedor de Bárcenas”. Sánchez pidió a Rajoy que aclare el origen de la fortuna del extesorero que en los últimos 20 años se ha dedicado a la gerencia y el control del dinero del PP. También le reclamó respuesta sobre las campañas y las sedes del PP adquiridas y acondicionadas con dinero negro. Rajoy, visiblemente irritado, le repitió que “no da la talla ni de lejos para ser presidente del Gobierno” y tras decirle: “No sé si le preocupa más Iglesias o Díaz”, en referencia al líder de Podemos y a la presidenta andaluza, le mandó a paseo llamándole “patético”.

Entre los anuncios preelectorales realizados por Rajoy en su intervención inicial destaca la sustitución de la “tarifa plana” de 100 euros de cotización a la Seguridad Social por la exención de cotizar por 500 euros de sueldo en los nuevos contratos indefinidos que se firmen. También el anuncio del family cheque de 1.200 euros anuales para las familias monoparentales con dos hijos. Y asimismo el compromiso de ayudar a las familias, pymes y autónomos a desendeudarse, y de publicar los nombres de los “grandes defraudadores”. Sin duda, el de mayor gancho electoral es el de crear tres millones de puestos de trabajo en la próxima legislatura. Rajoy cuenta con que este año, con un crecimiento del PIB del 2,4%, el más alto de la UE, se crearán 500.000 empleos netos. Con ello podría acabar la legislatura como la empezó. Pese al triunfalismo, lo cierto es que a finales de 2011, el paro afectaba, según la EPA, al 22,56% de una población activa cifrada en 23,44 millones de españoles, lo que suponía 5,28 millones de desempleados, y en el último trimestre de 2014 estaba en el 23,7% (5,45 millones de parados) de una población activa que ha bajado a 23,02 millones de trabajadores. Ciertamente, aunque no lo dijera el PP, falta mucho por hacer.

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