Bistró francés, aire rústico o loft neoyorquino… Que no se diga que las nuevas propuestas gastronómicas de la capital no son variadas en cuanto al estilo. Respecto a lo que de verdad nos interesa, la cocina que ofrecen, los tres establecimientos de hoy sacan buena nota.

Lady Madonna

Lady Madonna. Ubicación inmejorable (en la calle Orellana, entre Alonso Martínez y Las Salesas) decoración cálida, un mix acertado de bistró francés con toques de vanguardia, detalles sorprendentes (atención a sus espejos y lámparas) y una carta deliciosa con precios asequibles. ¿Se puede pedir más? Sí, que en este local puedas desayunar (no os perdáis los croissants rellenos de Nutella) comer, merendar y cenar. La carta cuenta con una selección de platos muy apetecibles que te hacen complicada la elección final. A destacar: el pollo estilo thai con agridulce de jengibre y chili, las costillas con glaseado de barbacoa artesana y cítricos (sabrosas y en su punto) el pulpo braseado sobre batata y brotes de espárragos, los gambones a la brasa con tandoori sobre guacamole de mango o las hamburguesas a la parrilla. Los amantes de rematar la velada con un dulce no pueden perderse la torrija de brioche caramelizada con helado y el flan de tetilla en tarrina con frambuesas salteadas.

Restaurante Rooster

Rooster. Restaurante agradable situado en Juan Bravo 25, de espacios diáfanos, mesas separadas (¡cuánto se agradece este detalle en Madrid!) y cierto predominio de aire rústico en el ambiente pero con un acabado cosmopolita. Destaca por un servicio muy rápido, de trato impecable y una amplia carta de vinos. Nada más entrar te envuelve una sensación de amplitud: de frente encuentras una gran barra, algunas mesas altas al lado y a la izquierda se ubica el coqueto comedor. Casi todos los platos se pueden degustar en formato tapa y también disponen de menú degustación. La carta no es extensa pero ofrece platos de sabores tradicionales cocinados con materia prima de calidad: lenguado, lubina, besugo, lechal, chuletas de ciervo, verduras de temporada, rabas de calamar, callos, alubias de León, tortilla con trufa… Un consejo: para una cena íntima la mesa situada junto al espejo es ideal.

Petit Appetit

Petit Appetit de Argensola. Tras el éxito del local de Monte Esquinza, Petit Appetit repite fórmula en la calle Argensola. Un establecimiento tipo loft, tranquilo, con música jazz de fondo, que ha sido ideado para disfrutar de desayunos consistentes y comidas y cenas rápidas e informales por menos de 25 euros. Sin perder de vista que se trata de una opción a tener en cuenta para los almuerzos ligeros en días laborables. Disponen de un surtido de deliciosos sándwiches elaborados al momento, molletes, ensaladas, pastas frescas del día, algunos clásicos como el salmorejo con ibérico, bollería francesa de buena calidad y postres caseros. Resulta indispensable probar su riquísima tarta de chocolate.  La diferencia con su hermano mayor de Monte Esquinza radica en el impulso a las cenas y a las tardes de after work a la vera de una interesante carta de cócteles.