Infidelidad

18/03/2015

Carmela Díaz.

besoqq“Yo le quería decir la verdad por amarga que fuera, contarle que el universo era más ancho que sus caderas”. Joaquín Sabina

La infidelidad siempre ha levantado polvaredas agitadas. Además, arrastra consigo la polémica, la controversia y las posiciones encontradas: es un asunto que no deja indiferente a nadie, remueve vísceras y al cual casi todos nos enfrentamos tarde o temprano. Las relaciones se nutren de aspectos tan íntimos y personales que generalizar es nocivo. Solo los protagonistas de una relación tienen legítimo derecho a juzgar su historia, a imponer sus reglas o a justificar el porqué de un determinado comportamiento.

No se debería permitir que una infidelidad pasajera, un desahogo sexual, arruine  un amor verdadero, una relación satisfactoria o un romance cómplice, tierno y placentero. El “aquí te pillo, aquí te mato” en el que predomina el placer efímero y la atracción física es algo superficial que no deja huellas emocionales: satisface el meollo más turbulento de algunas libidos traviesas. Las circunstancias que empujan a ser infiel deben analizarse de forma individual aunque suelen ser consecuencia de la curiosidad por lo ajeno, del aburrimiento, la rutina o del desencanto que produce el desenamoramiento, lo que conduce a muchos a buscar la ilusión en otra parte. Otros, sin embargo, la practican como deporte de riesgo: disfrutan de una relación fabulosa pero deciden mariposear por la grada incluso a sabiendas de que pueden perder el partido. Compiten en Champions League pero tientan a la suerte. Debe ser que la Regional Preferente también tiene su morbo, oigan.

Carmela Díaz

Carmela Díaz

Incluso existen teorías seudocientíficas que afirman que el instinto obliga a los machos a esparcir la dichosa semillita entre el mayor número de hembras posibles y que ellas buscan entre distintas parejas hasta encontrar al más fértil de la manada… De bichos salvajes y ADN´s alborotados va la cosa, vaya.

La infidelidad de los maromos salió beneficiada por la misoginia imperante no hace tanto que vitoreaba el adulterio masculino como summum de la virilidad. Tradicionalmente se potenció el impulso sexual del hombre como algo innato y la sociedad más rancia promovió su promiscuidad, venerando a los poseedores de poder, parné y compañías femeninas exuberantes, mientras se machacaba a las mujeres que disfrutaban de su sexualidad -este disparate evoluciona, aunque algunos cavernícolas trasnochados todavía cohabitan con nuestra fauna ibérica.

También estamos sugestionados por la cultura en la que nos educaron: ¿sabían que en casi la mitad de las sociedades humanas la poligamia es la norma? Por ejemplo, en la India, los Paharii practican el matrimonio grupal y en ciertas islas del Pacífico los jóvenes se inician sexualmente con mujeres casadas; los mangayos polinesios tienen al menos veinte relaciones semanales con parejas diferentes y las más valoradas entre algunos aborígenes australianos son las mujeres promiscuas, garantía de que son las más atractivas y cotizadas. Obvio es que dichas civilizaciones no son ejemplo de evolución, pero, ¿quién garantiza que la felicidad está vinculada a una sociedad desarrollada? ¿Y si la tradición occidental fuese errónea y la tendencia monogámica resultase contradictoria con el estado ideal del ser humano?

Es complejo perdonar una deslealtad -unos cuernos del corazón- y se sufre por una traición -ruptura unilateral de la magia y del vínculo sagrado establecido entre dos, especialmente cuando las brasas chisporrotean en su máximo apogeo, ardientes, vibrantes e intensas-. Pero aún puede ocurrir algo peor: perder el tiempo con majaderos incapaces de valorar la joya que se traen entre manos. O elegir a los que jamás podrán amar porque está enamorados de sí mismos, lumbreras condenados a provocar la infelicidad de aquellos que los quieren. ¿Son nuestros amantes dignos de nosotros?

¿Te ha parecido interesante?

(+29 puntos, 29 votos)

Cargando...

2 pensamientos en “Infidelidad

  1. Hay mucha hipocresía social y dobles morales sobre este tema en parte debido a la tradición religiosa en Occidente

Aviso Legal
Esta es la opinión de los internautas, no de diarioabierto.es
No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
Su direcciónn de e-mail no será publicada ni usada con fines publicitarios.