‘Estados mayores’

23/03/2015

Luis Sánchez-Merlo.

merlo

Luis Sánchez-Merlo

Quienes sufren de cerca el ‘azote’ de mis convicciones, recordarán que -desde hace años- vengo insistiendo, como mantra inevitable, en una misma idea: falta ‘estado mayor’ en la vida pública, a imagen de los que juegan un papel decisivo en la privada

Porque el ‘estado mayor’ -con connotaciones y remembranzas militares- tiene una función precisa, que no es otra que la de nutrir desde la retaguardia -con pensamiento, intendencia y sobre todo talento- a quienes tienen la ingrata misión de operar -sobre el terreno- sin tiempo, por tanto, para articular respuestas medidas e idear contraataques eficaces.

Cuando se mide el resultado de los dos partidos en las elecciones autonómicas andaluzas -partiendo de cero escaños- Podemos (15) y Ciudadanos-C’s (9), han asaltado, en tiempo record, el escenario político y se hacen notar -con bullicio- en la parrilla electoral. Hay que convenir que ambos disponen de dos turbinas que ayudan a explicar su irrupción en la vida pública española: líder y ‘estado mayor’. Ya habrá ocasión de analizar con detenimiento los estados mayores de los ‘partidos dinásticos’ (PP y PSOE y cómo se llamaba a este tipo de partidos durante la Restauración.

En el caso de Podemos, su líder Pablo Iglesias ha acreditado facundia oratoria, contención calculada –ahora menor- en sus apariciones televisivas y capacidad de repentizar respuestas en disputas complejas. Eso ayuda ciertamente a explicar el doble éxito logrado en tan breve espacio de tiempo: cinco eurodiputados y uno de los front runner en las encuestas de las elecciones generales. Es inevitable el recuerdo icónico del ticket González-Guerra del 82, cuando se representa, últimamente con menos visibilidad, el Iglesias-Monedero.

Su ‘estado mayor’ ha presentado credenciales -con notable eficacia- en la liturgia fundacional y en la gestión de la marca en las redes sociales. Prácticamente todos ellos proceden del mundo académico y eso les da un plus de destreza para la esgrima y el debate. Y ahí también descuellan los que han resultado ganadores del proceso interno: Juan Carlos Monedero –combativo profesor de Políticas en la Complutense y ardoroso polemista, con problemas derivados de su locuacidad guerrera – Iñigo Errejón –politólogo, estratega y activista antiglobalización-, Carolina Bescansa –socióloga y poll taker del partido- y Luis Alegre –anticapitalista, hiperactivo, cordial y, en sus propias palabras, caótico profesor de Filosofía en la Complutense.

En el caso de C’s, el líder Albert Rivera, aunque con silueta propia, recuerda al osado Suárez, capaz de legalizar el partido comunista, al Felipe del 82 que sedujo a un país preñado de cambio o al primer Aznar.

Su ‘estado mayor’ cuenta, al menos, con cuatro pilares: Francesc de Carreras -profesor universitario que escribía en La Vanguardia -desde donde no le ha faltado arrojo para oponerse a las pretensiones independentistas de los partidos favorables a la ruptura con España- y ahora en el Consejo Editorial de El País, Arcadi Espada –escritor culto, polémico, con lenguaje directo y sin contemplaciones para diseccionar cuestiones, por complejas que sean-, Luis Garicano –un vallisoletano, de la calle de la Independencia, sobrino del que fue ministro de la Gobernación, Tomas Garicano Goñi y profesor de la London School of Economics, que ha decidido dar el ‘salto de los profesores’ -de la cátedra al barro de la política- emulando al de sus colegas de Podemos, desde la Facultad de Políticas de la Complutense- y Javier Nart -abogado de juzgados, con pasado socialista, excelente comunicador desde el sentido común.

Lo cierto es que estamos en vísperas de un cambio de ciclo político cuyas señas de identidad vienen marcadas por una serie de condiciones previas que el votante va a exigir, no solo a estos dos partidos sino a todos los demás que buscan ganar sus votos: hombres y mujeres jóvenes, sin esqueletos en el armario, con la luz pagada y sinceras ganas de cambiar las insuficiencias del país, pensando en las generaciones futuras.

Se acabaron los tiempos de Rinconete y Cortadillo; de los pancistas y tramposos, de los pillos, los pícaros y los listillos; de quienes no pagan impuestos pero son los más exigentes a la hora de reclamar servicios; de los que se cuelan; de los que mienten; de los que están contribuyendo al insoportable 25 por ciento de economía sumergida; de algunos funcionarios con ínfulas antidemocráticas y bula ad vitam aeternam -que no han refrescado conocimientos desde la época lejana en que ganaron la oposición y no entienden que al contribuyente no se le puede sojuzgar sino servir; de los oportunistas que guardan las facturas en los cajones hasta las siguientes elecciones y de tantos y tantos otros…En pocas palabras, de todos los que impiden que España sea -definitivamente- un país moderno.

No hay más margen para seguir soportando lo que rechaza de plano una, ya, mayoría harta y cansada. Es tiempo de cambio y los estados mayores están llamados a jugar un papel esencial.

 

 

¿Te ha parecido interesante?

(+3 puntos, 5 votos)

Cargando...

Aviso Legal
Esta es la opinión de los internautas, no de diarioabierto.es
No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
Su direcciónn de e-mail no será publicada ni usada con fines publicitarios.