“Hasta a Jesucristo le salió un Judas”

22/04/2015

Josep M. Orta.

“Amigos, enemigos y compañeros de partido” aseguraba el malogrado Pío Cabanillas (que pese a ser del PP tenía sentido del humor). Viene a cuento esta cita por el caso Rato, del que seguramente tardaremos años en saber lo que está pasando caso que algún día se haga la luz. De momento sólo caben especulaciones.

Y como se trata de especular y dado lo esperpéntico del caso es posible interpretar que se trata de una guerra interna entre miembros del Gobierno y, por extensión, entre sectores del partido en un momento que en el PP crece la idea del “sálvese quien pueda”. Por no conocerse, ni siquiera se sabe quien filtró la noticia que permitió la humillante detención del ex vicepresidente y la consecuente pena del telediario.

No sólo es la guerra entre juzgados sobre quien se hace cargo del caso si no por la poco creíble afirmación de Rajoy en el Congreso que se había enterado por la prensa de los problemas de “su gran amigo”. Si el presidente no miente, es alarmante.

Da la sensación que el escándalo se les ha ido de las manos y las justificaciones que dan los responsables son peregrinas. Como ejemplo la respuesta a la oposición de este pintoresco ministro de Economía que atiende por Montoro asegurando que “el ministro no habla nunca en público de nombres propios” olvidando las cargas en profundidad que no ha mucho realizó contra Jordi Pujol.

Es evidente que el PP, el resto de la clase política y la sociedad ha condenado a Rato. No sólo se puede cuestionar la tan cacareada presunción de la inocencia si no que es el único que no se ha podido defender de las acusaciones que se le hacen.

Lo que sí que ha conseguido el Gobierno es engañar con su “amnistía fiscal” (o como le quieran llamar) a los más de treinta mil defraudadores que se acogieron a la invitación de regularizar sus cuentas con el sobrentendido que con ello regularizaban su situación y especialmente a los setecientos que tienen la espada de Damocles sobre su cabeza. Presumiblemente estas personas no votaban a Izquierda Unida.

La conclusión para muchos es que estamos en un país donde la corrupción es generalizada y que en algunos lugares está institucionalizada, por mucho que algunos se defiendan explicando que “si hasta a Jesucristo le salió un Judas, como no nos va a salir a nosotros”.

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