¿Son legales las pinturas rupestres de Altamira?

16/03/2011

diarioabierto.es.

Es tan apabullante la celeridad de la Justicia que uno se teme que, a día de hoy, todavía declare ilegales las pinturas rupestres de Altamira por juzgarlas un acto de vandalismo y obligue a dar una mano de gotelé para que no se vean. Seguro que razones habrá para estas demoras, falta de recursos o vía crucis burocrático, pero el ciudadano de a pie, ahora más que nunca por eso del ahorro de energía, no puede por menos que declararse en estado permanente de estupefacción ante algunos fallos, nunca mejor dicho, judiciales.

Que después de casi cuatro años el Tribunal Superior de Justicia de Madrid declare sin efecto nueve de los doce tramos en los que se parceló la obra de soterramiento de la M-30 evidencia que una Justicia a paso de tortuga es la más ineficaz de las Justicias. La pregunta que surge, tan sencilla que hasta un periodista se la puede hacer sin temor a las migrañas, se cae por su propio peso ¿Y ahora qué? ¿Se exige a don Alberto Ruiz Gallardón que en el próximo vídeo de su campaña aparezca con pico y pala desenterrando aquellos trazados que quedan fuera de la ley? ¿Rellenamos los túneles con arena de la playa del Manzanares para que no pasen los coches? ¿Castigamos al señor alcalde sin oír a Bach una semana o, lo que es peor, sin inaugurar nada?

¿No hubiera sido mejor, un suponer, imponer medidas cautelares cuando se denunció por activa y pasiva tanta tropelía medioambiental? ¿No hubiera resultado más eficaz retener la ejecución de la obras hasta que los tribunales sentenciaran o no su legalidad? Sin duda se pueden antojar interrogantes propios de una persona ociosa, pero, ciertamente, en alguno de ellos se podía haber reparado antes. Más aún cuando llueve sobre mojado. A poco que se estruje la memoria un caso similar se dio en la llamada carretera de los pantanos que discurre por varios pueblos de la comunidad madrileña.

El Supremo declaró ilegal su desdoblamiento cuando ya estaba hecho y cuando, obviamente, se intuye ya peor el remedio que la enfermedad. Ya puestos, y sin ánimo de molestar, igual en alguna ocasión, otro suponer, habría que pedir responsabilidades a los políticos afectados por estas sentencias y que actúen en consecuencia porque, aunque el Metrobús no exista para algunos consejeros, lo que sí debería existir son unos mínimos de coherencia.

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