Cuando la muerte conduce a la fiesta de la reconciliación

15/05/2015

Miguel Ángel Valero. Acontracorriente Films vuelve a acertar con la divertida y emocionante “Nuestro último verano en Escocia”.

Hacía mucho tiempo, quizás demasiado, que no me emocionaba con una película. Acontrarriente Films, que donde pone la mirada coloca un éxito (Barbacoa de amigos, Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?), trae a España “Nuestro último verano en Escocia”. Si al final de la película no se ha emocionado, hágaselo mirar, porque debe tener la sensibilidad de una almeja.

Un consejo: traten de ver la película en versión original, porque sólo las voces ya merecen toda la atención. Aunque no entienda el inglés, disfrutará mucho más que con el doblaje, por muy bien que lo hagan.

“Nuestro último verano en Escocia” no deja de ser, a pesar de su componente emotivo, una comedia británica, con un argumento bastante simple: una reunión familiar de un matrimonio en descomposición.

Escrito así, la película no parece gran cosa. Pero los guionistas y directores, Andy Hamilton y Guy Jenkin, juntan un elenco de actores realmente magnífico (magistrales los tres niños, el abuelo, y la amiga del abuelo, que procede del reino de Lesbia) y cuentan una divertida historia sobre una pareja en proceso de separación que debe aparentar una normalidad que brilla por su ausencia con sus tres hijos y viajar a Escocia para celebrar el cumpleaños del abuelo Gordie (Billy Connolly), un excéntrico anciano  que dará muchísimo juego en toda la entretenidísima trama.

Doug (David Tennat) y Abi (Rosamund Pike, nominada al Oscar a la mejor actriz por su papel en “Perdida”) llevan en un hilarante viaje a sus hijos (Harriet Turnbull, Emilia Jones y Bobby Smalldrige) hacia la Escocia de Gordie. Los tres niños derrochan frescura y espontaneidad desde la primera escena.

Se ve en la película el trabajo de los directores con los niños: no se les facilitó un guion convencional, sino que se les hizo ponerse en situación, explicarles lo que iba a ocurrir, y dejarles reaccionar con toda la naturalidad de la inocencia. El resultado es simplemente asombroso ya que son los verdaderos protagonistas de la historia.

La llegada a Escocia y el encuentro con el resto de la familia que rodea a Gordie será fuente de muchos momentos divertidos, destacando los descacharrantes diálogos de los niños con los adultos (especialmente cuando le preguntan al hermano de Doug a qué se dedica y por qué considera que la casa es inteligente).

A partir de un determinado momento,  casi sin darse uno cuenta, el humor se hace más ácido, negro, se masca el drama. Pero lo que se pierde en comedia se gana en originalidad, y la historia se vuelve apasionante. Las escenas de los niños con Gordie son magistrales, lo mismo que las que narran lo que sucede después de la decisión de éstos de cumplir la última voluntad de su abuelo.

“Nuestro último verano en Escocia”, Premio del Público y Mención Especial del Jurado al trabajo de los tres intérpretes infantiles en la Seminci de Valladolid, viene a contar, en un tono de comedia pero con una gran profundidad en su mensaje, cómo la muerte termina siendo la fiesta de la reconciliación, propiciada por la inocencia de los niños, que vence a la encorsetada madurez de los supuestos adultos.

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