El rapto de Europa

16/05/2015

Antonio de Oyarzábal.

Si la Mitología griega no nos engaña, la bella Europa fue raptada por el Toro para disfrute de los dioses. Y si no recuerdo mal, los dioses vivían en el Olimpo, es decir en la Grecia helénica, lo cual no parece en estos tiempos un augurio nada tranquilizador si consideramos los sucesivos rescates por adelantado que ya nos ha costado el malhadado rapto. Henos aquí rehenes de nuestra propia Historia ancestral, siempre fascinados por esa prosapia familiar que nos haría directos descendientes de los Euclídes,de los Aristóteles y de los Homeros. Aunque también de los Diógenes, paradigma de la pobreza austera, que debiera consolarnos con la idea de que existen otros hermanos helenos no necesariamente pródigos ni derrochones.
       El caso es que vivimos en este año teresiano un sinvivir con la amenaza de un «grexit» que acarrearía en el decir de los sabios, un cataclismo de proporciones bíblicas para nuestros baremos económicos, para la tan batallada prima de riesgo, para el saboreado triunfo de ser nuevamente «Los Prusianos del Sur», un piropo biensonante para los que antaño nos llegaron a considerar parte de los infamantes «Pigs», esos trapicheros de la Europa Mediterránea indignos de pertenecer al distinguido y honorable Club de los sajones y nórdicos socios comunitarios.Volveríamos a ojos de los agoreros observadores bursátiles, a replantearnos la mera supervivencia del euro, a la condenación faústica del Banco Central Europeo y de la propia bonanza financiera del Mercado Único.Y no digamos si encima a esta maldición olímpica se sumara un portazo malhumorado de los británicos, que por de pronto ya ha sido bautizado como «brixit», con o sin Escocia para entonces.
       ¿Quo Vadis, Europa? ¿Tan mal nos van las cosas? ¿Tan indiferentes nos hemos vuelto a unas conquistas que para cualquier observador ecuánime de nuestra historia reciente aún causan un profundo asombro ? ¿Nos hemos ya olvidado que esta Europa Unida hace impensable por ejemplo los enfrentamientos bélicos entre sus miembros, el ultimo de los cuales causó una Segunda Guerra Mundial con 55 millones de victimas entre los contendientes?
        Eso que los redichos llaman el «acquis communautaire», es ya un impresionante cuerpo de doctrina legal que ha planchado fronteras erizadas de barreras aduaneras y burocráticas para crear un espacio unido que hoy se extiende a veintiocho antiguos países independientes y mañana posiblemente a más de treinta. Nos hemos impuesto unas normas internas que mantienen a niveles impensables hace unas décadas las conquistas sociales, las garantías jurídicas de los llamados Derechos Humanos, la solidaridad en la colaboración de campos tan heterogéneos como la competencia financiera y bancaria, la exigente regulación sanitaria y comercial de los productos agro-alimentarios, o la sostenibilidad de los recursos pesqueros. Hemos establecido mecanismos de solidaridad y apoyo que a nosotros españoles por ejemplo nos ha permitido remontar la crisis de las Cajas de Ahorro con prestamos de hasta cien mil millones de euros (solo se han utilizado un 65 por ciento ); nuestra compleja economía ha seguido mal que bien su renqueante camino gracias a los fondos venidos de Bruselas; hemos construido redes de comunicación ,infraestructuras de transportes viarios, desarrollos urbanos o agrarios …que nos dan ese regustillo de vernos por vez primera modernos de verdad, todo ello gracias a nuestra pertenencia a la U.E.
       Tenemos por delante todo un programa de actuaciones en común ambicioso y complejo  que ha hecho suyo el nuevo equipo director del Presidente Juncker. Y ahora que la estabilidad de la «zona euro» parece garantizada en las manos del impertérrito y gran Mario Draghi (hace solo un año el buque se iba a pique, según muchos), cuando el sistema bancario europeo da por concluido su proceso de ajuste y coordinación, el camino parece despejado para iniciar la etapa mas comprometida :la mutualizacion de las políticas fiscales, un paso no solo consecuente y hasta indispensable en un sistema de moneda única, pero que implica sobre todo una cesión de soberanía en aras de la aún lejana unión política.
      Convezcamonos : o Europa sigue sin desmayos su apuesta por la unión progresiva de sus capacidades nacionales, o ese paulatino deslizamiento hacia la insignificancia en un Mundo de grandes titanes económicos o políticos que ya presentimos ,nos condenara a ser un mero  recuerdo más o menos glorioso de sucesivos Imperios que fueron y ya no serían sino museos inertes de ruinas y monumentos visitables.

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