Con los medicamentos hemos topado

22/05/2015

Maite Vázquez del Río.

¿Tiene alguien algún enfermo crónico en su familia? La realidad es muy cruda para quienes lo tengan. Como botón de muestra les voy a explicar mi propia experiencia a modo de reflexión para decirles a los políticos que nos sobra burocracia, que lo de los competencias obstaculiza más que ayuda y que cuando hay un enfermo, lo público -como en el resto de las cuestiones- nos ve como un número (historial), donde no hay nada de humano ni sensibilidad.

A quien corresponda de los políticos les cuento esta historia para que busquen soluciones, y a aquellos que encuentren reflejada su situación o la de algún familiar o amigo que también denuncien…

Un familiar tiene un dependencia de tercer grado reconocida por la comunidad autónoma correspondiente. Tiene varias enfermedades crónicas a las que se van sumando otras, si cabe aún más graves. Pero de los crónicas sólo decir que las medicinas son las mismas desde hace cinco años, de las nuevas, todo dependen de la evolución de las enfermedades.

En total este familiar puede estar tomando unas diecisiete pastillas diarias, que si quitamos las que debe tomar mañana, comida y cena, quedarían en unos doce medicamentos fijos. De ellos tres tienen que pasar todos los meses por la inspección sanitaria para poder ser dispensado. Esta inspección consiste en que el médico emita la receta, para entregar en recepción a fin de ser enviada a inspección y luego volver a los siete días para recogerla con el sello de la inspección. Los medicamentos de inspección son siempre los mismos, con su informe médico correspondiente que justifica su administración, pero en lugar de evitar idas y venidas, cada mes se repite la misma secuencia. Y eso que ahora las pastillas están contadas. ¿Para qué tanta burocracia?

Y cuando surge una enfermedad nueva es el acabóse. Hay medicamentos que hay que recoger en la propia farmacia del hospital, también cada mes y con las pastillas contadas…

Y el nuevo invento. Resulta que en la burocracia informativa se ha perdido que uno de los medicamentos habituales para el tratamiento de una enfermedad ya no se vende en las farmacias. Doy fe, porque me pasé toda una tarde buscándolo en decenas de farmacias y ninguno de los almacenes lo tenía. Finalmente, a través del hospital descubrí que dicho medicamento se dispensa en la consejería de sanidad, en un departamento denominado «medicamentos extranjeros» en el centro de la ciudad.

En resumen que para poder suministrar a un enfermo dependiente doce medicamentos se debe ir al médico a por la receta, dejar recetas para inspección y luego recogerlas a la semana, ir mensualmente también al hospital para recoger otro medicamento en la farmacia de externos y, por último, también una vez al mes al departamento de medicamentos externos de la consejería de sanidad…

¿Ha pensado alguno de los que hacen las normas el tiempo que se requiere para ello? Desde luego una persona mayor dejaría de tomar los medicamentos solo por el lío que les supone y el laberinto que debe superar. A quienes estamos cuidando de un enfermo no nos sobra mucho tiempo como para perderlo en burocracia, ya que el enfermo requiere toda la atención. Desde luego el suministro de medicamentos, esos que ya deben pagar también los pensionistas, no está pensado para los enfermos, sino para amargarles su existencia y si no pueden moverse ellos, a la de sus familiares.

Esto también es un servicio público, pero creo que con el tema de las competencias se ha generado más burocracia para justificar que se está gestionando algo que antes pertenecía al Estado. ¿Qué intereses hay detrás?

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