‘Un jarrón chino en Madurolandia’

22/06/2015

Luis Sánchez-Merlo.

estanteria

Hace años, el ya ex presidente Felipe González, se refirió a los jefes de gobierno en retirada como a jarrones chinos que estorban y que uno no sabe dónde poner. Tenía razón. La figura de los ex y los eméritos emergentes plantea problemas de todo tipo, empezando por los de protocolo.

A comienzos de los setenta, siendo joven meritorio en J&A Garrigues, viajé a Venezuela acompañando a un gran abogado del despacho, Andrés Trujillo, con el noble propósito de presentar al gobierno de Carlos Andrés Pérez posibles inversiones de empresas españolas en ese país, que pudieran compensar la abrumadora presencia de capital norteamericano.

luis sanchez merloAunque le ahorraré al lector los divertidos detalles de nuestro estrepitoso fracaso -que serán ampliamente relatados en ‘Memorias de un impaciente’, porque no tienen desperdicio- no es estéril recordar que, ya entonces, aquel régimen -que alternaba en el poder a los dos partidos dinásticos, Copei y la Acción Democrática- estaba seriamente fundido como evidenció después la irrupción en la escena política de Hugo Chávez. Y de aquellos polvos -nunca mejor dicho- vinieron estos lodos.

En un reciente viaje de emergencia a Madrid, Lilian Tintori y Mitzy Capriles, esposas de Leopoldo López -líder del partido Voluntad Popular– y Antonio Ledezma -Alcalde de Caracas-, presos políticos del régimen bolivariano tras haber sido encarcelados por el estadista conductor, relataron a Felipe González la lamentable suerte de sus partners, como se denomina ahora –sin efectos secundarios- a novios, matrimonios, parejas y demás fórmulas de convivencia.

El relato hizo mella en el ex presidente español que comprometió su prestigio y decidió presentarse en Venezuela –lejos de los deseos del chavismo- con la intención de visitarlos en sus ergástulas y tratar de reconducir la injusticia jurídica y el disparate político de su privación de libertad.

Finalmente, Felipe aterrizó en Maiquetía y desde el primer momento se mostró respetuoso con el país, el gobierno y su presidente que había intentado movilizar -sin mucho éxito, todo sea dicho- valiéndose de la cháchara bolivariana a las cada vez menos enfervorizadas masas, que ya acusan (¡y de qué manera!) las penurias de una deriva errónea.

El ex presidente español no forzó la mano. Se reunió con las familias de López y Ledezma, con Teodoro Petkoff (un opositor al chavismo, que ha viajado desde la guerrilla a la dirección de Tal Cual, una publicación incómoda para el régimen) e intentó visitar a los dos presos políticos, pero la nomenclatura madurista lo impidió. No hubo forcejeo porque Felipe –con mucha mili a la espalda- aceptó la prohibición y puso fin al intento.

Acababa de abandonar Caracas, a bordo de un avión militar fletado por la presidencia de Colombia, cuando el estadista camionero lo llamó ‘cobarde’ (‘por qué no te callas’) triste insulto que, lejos de desmerecer su intento, engrandeció su gesto a los ojos de venezolanos y españoles.

Felipe González -que se ha mojado sin necesidad de hacerlo, le han insultado y se ha contenido- limitándose a llamarle ‘torpe’ (sutil calificativo), le ha cambiado el juego al presidente Maduro que buscaba provocar una respuesta a la altura de su propia estatura moral. Volverá a Caracas cuando las circunstancias cambien, algo que -tal y como pinta la cara del enfermo- no parece que se demore mucho a la vista del menguante surtido que ofrecen los lineales en farmacias y  supermercados.

Justamente en Caracas, el jarrón estaba en su sitio porque la dignidad sobresalía por encima del ejercicio agreste de la política que ha llevado a un gran país, como Venezuela, al precipicio. Madurolandia.

Y es que ‘Verde’ -como llamaba Chávez, en la clandestinidad, al ahora presidente Maduro- quiso romper el jarrón pero lo único que consiguió fue darle más brillo. Ese fue el resultado de la prohibición, la provocación, la movilización, el insulto y toda la cadena de errores que cometió este ignaro en apenas 48 horas, desatendiendo una de las máximas del apóstol Chávez (no es un dirigente verdadero el que engaña a los que le siguen, el que los convoca, los incita, les inyecta odio y los llena de mentira).

Entretanto, las estrategias de la oposición al madurismo no convergen y el país sigue sufriendo de lo lindo.

 

 

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