Heterofobia

23/06/2015

Carmela Díaz.

“La heterosexualidad provoca daños en las mujeres”. Beatriz Gimeno. Diputada de la Asamblea de Madrid.

¿Inquietante, verdad? Esto es solo un preámbulo, atención, agárrense los machos -sí, escribí MACHOS con toda la intención- que se aproximan curvas. “De haber podido las mujeres hubieran escogido no mantener relaciones sexuales con los hombres, no vivir con ellos, no relacionarse con ellos”. ¿Qué mujeres? No hable por mí, señora diputada. Usted tiene su orientación sexual y yo la mía. Igualmente respetables ambas. Usted hace lo que le sale de la entrepierna y yo también.

Carmela Díaz

Carmela Díaz

La heterosexualidad no es una herramienta de opresión. ¡Qué carajo! Es una opción, como la homosexualidad, la bisexualidad, la transexualidad o la abstinencia. Y yo la elegí sin castrar de raíz las elecciones ajenas que no coinciden con la mía. Más al contrario: defiendo que cada cual disfrute de su intimidad y su sexualidad oral, coital, triangular, interracial, anal, grupal, sado, de swinger, tántrica, lésbica, hardcore, voyeur, orgiástica, de bukkake, parafílica, onanística o derivados con la única limitación del respeto al prójimo y las personas con las que se comparte. Que cada uno elija cóncavo o convexo, piedra, papel o tijera, pirindolo o peonza, dídimo o concha, clítoris o escroto, cascabeles o vulva, según gusto, sentimiento y apetencia. O de cómo le pille su cuerpazo serrano. Mis arraigadas preferencias -sin imposición social, religiosa ni sideral- fueron los señores. Con puntualización para curiosos contumaces: cuantos más varoniles y versados en el arte del canalleo tanto mejor. Y ¡oh, sorpresa! me placen, me encantan, me apasionan, los deseo, los adoro, me cuidan, me sonrojan, me sorprenden, son cómplices, amigos, compañeros, amantes y lo que nos viene en gana.

El sexo en sus múltiples variantes -incluyendo esa demonizada penetración- no es el único modo de obtener deleite junto a un caballero. ¡Ni mucho menos! Aunque quizá desde una visión sesgada del universo masculino y una impertinente obcecación con esas vergas del averno algunos no puedan comprenderlo. Los recovecos de las relaciones no son una guerra, sino una delicia. Las escaramuzas entre las sábanas no suponen una batalla que gana el que está arriba ni es sometido el que está abajo, son una pícara victoria compartida. Obvio resulta que los hijoputas abundan con independencia de género, edad y condición. Pero colgar el sambenito permanente de opresores, machistas, dominantes, misóginos, acosadores, pichabravas, maltratadores, viciosos y pepinocentristas a todo lo que desprenda aroma masculino es una injusticia además de una aberración.

Un pequeño inciso para solventar perniciosas suspicacias antes del punto y final: la que escribe es profesional y económicamente independiente desde su mayoría de edad, jamás necesitó un hombre para su realización personal, soltera por vocación, sin hijos por convicción, directiva en un competitivo universo predominantemente masculino, columnista en una temática habitualmente firmada por ellos -la actualidad política- y autora de una bilogía erótica en la que una fémina de armas tomar pone contra las cuerdas al docto semental hasta el punto de traumatizarlo durante todo un lustro. Por si a alguien le da por argumentar que sucumbo ante un síndrome de Estocolmo falocrático, que soy una sumisa de la secta del glande o que estoy sometida a un patriarcado mental

Parece que la proclama de controversias es tendencia en esta marea de renovación que recorre España de Norte a Sur y viceversa. Cuantos más dislates se prediquen más visibilidad mediática y popularidad tuitera. Ese afán reivindicativo por fulminar todo lo establecido se nos está yendo de las manos hasta el punto de dar excesiva cobertura a gilipollas y gilipollos. Se rumorea que la próxima parada entre los fondillos y entrenalgas será la paridad coital. Lo que viene siendo mantener una equidad de activos y pasivos sexuales. Señores, ha quedado oficialmente instaurada la tonticracia. Con cipote y sin él.

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Un pensamiento en “Heterofobia

  1. Enhorabuena por su artículo. También domina usted el género crítico-humorístico con fina y elegante pluma.

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