Pasadas las elecciones municipales y autonómicas, los españoles caminamos exhaustos y hasta estupefactos hacia las generales. Con nuevos partidos en el panorama político, muchos esperábamos esas medidas que nos «vendían» dirigidas única y exclusivamente al bien de los ciudadanos.

Más allá de las torpezas de los novatos, y si no que se lo pregunten a Manuela Carmena con sus dichos y desdichos por el totum revolutum con el que Podemos nos está sorprendiendo, resulta hasta casi irrisorio que de lo que más se está hablando estas últimas semanas sean el busto del rey Juan Carlos que ha sido retirado de la sala de plenos del Ayuntamiento de Barcelona. La verdad, todos esperamos más de Ana Colau, sobre todo, porque intentaba mantenerse al margen de la polémica independentista, y pensábamos todos que como activista en otros tiempos no muy lejanos, sus medidas fueran por y para los ciudadanos. Y sí, ha paralizado algún que otro desahucio… pero eso ya lo hacía antes sin haber pasado por las urnas.

Por el momento, el pueblo extremeño de Calzadilla de los Barros ha pedido a Colau el busto retirado en su consistorio. En el fondo, la cuestión es que Colau desacata las leyes que obligan a los ayuntamientos a tener el busto del rey. Solo cabe pensar que estará esperando a tener el de Felipe VI, porque cuando se es representante democrático, elegido por el pueblo, hay que acatar las leyes, por muy republicano que se sea. Cristina Cifuentes es republicana confesa y no se ha metido en esos berenjenales.

Así que Colau ha desahuciado al busto del rey Juan Carlos… ¿Pero qué otra medida ha adoptado que afecte al bienestar de los ciudadanos, que era para lo que se presentó? Vale que hay que dar 100 días de margen para ver por donde ‘respiran’ los nuevos cargos electos, pero en muchos casos parece que se está perdiendo el tiempo en vez de remangarse y ponerse manos a la obra.

El caso del cambio de nombre del Pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza es otro ejemplo de cómo se puede perder el tiempo en plenos que no resuelven los problemas ciudadanos.

En el lado contrario parece haberse puesto Carmena en Madrid, pese a que le están creciendo los enanos en el maremagnum de declaraciones de tantos nuevos representantes en el consistorio. Pero ella va a lo suyo, a la chita callando, reuniéndose con banqueros o quien haga falta.

Acaba de paralizar la venta a fondos buitre de 2.086 viviendas sociales, además de haber paralizado más de 200 desahucios. Las casas afectadas recuperan las condiciones de alquiler social que tenían antes de que la anterior alcaldesa, Ana Botella, los incluyera en un preacuerdo de venta con un fondo de inversión. Y ya tiene preparado un plan de choque para que a partir de septiembre se empiece a limpiar Madrid.

Esas son medidas que afectan a los ciudadanos. Cuando se le pregunta a Carmena por el busto del rey del consistorio, ella sonríe. Evidentemente, sus prioridades son otras.