Mushtari, ropa 3D con su propio ecosistema 

21/08/2015

Marta Villalba. Las telas del futuro no se fabricarán con tejido sino que se cultivarán a partir de células.

Todavía ni imaginamos la cantidad de cosas nuevas que van a permitir las impresoras 3D, unas máquinas esperanzadoras en la creación de tejidos de células vivas como la piel, algo con lo que ya experimentan empresas como L’Oréal para probar cosméticos, y también órganos artificiales para humanos, como desarrolla Organovo.

Los científicos también están experimentando en la ingeniería de tejidos con materiales biológicos para confeccionar ropa que alberga materia viva, como el proyecto Mushtari, desarrollado por la diseñadora y arquitecta Neri Oxman, la empresa de impresión 3D Stratasys, e investigadores del Mediated Matter del MIT. Inspirados en el tracto intestinal humano, y con una estética nada ponible, la prenda «está diseñada para funcionar como una fábrica microbiana que utiliza la biología sintética para convertir la luz solar en productos útiles para el usuario. Lo hace con una relación simbiótica entre dos organismos: un microbio fotosintético (microalgas o cianobacterias) y microbios compatibles, como la levadura que emplean en panadería y la bacteria E. coli, que hacen de materiales útiles», explican los investigadores del MIT. Este tejido absorbe la luz solar y la convierte en sacarosa, que consumen los microbios y se transforma en materiales como pigmentos, medicamentos, alimentos, combustible y olores, señalan.

Mushtari es una de las cuatro piezas que componen la colección Wanderers, un proyecto colaborativo en el que se incorpora la materia viva en las estructuras 3D para interactuar con el entorno, aunque cada uno inspirado en un elemento de la naturaleza y con un fin diferente (Qamar, Zuhal, Otaared), por ejemplo, transformar el oxígeno o brillar en la oscuridad.

En la misma línea de tejidos capaces de integrar microorganismos, la diseñadora Suzanne Lee ha cultivado uno a partir de té verde, azúcar, levadura de cerveza y bacterias, dentro del proyecto llamado BioCouture. Después de varios días de fermentación, el resultado es una tela transparente parecida a la celulosa y a la piel humana, una especie de cuero vegetal que se puede tratar como cualquier otro para confeccionar ropa, aunque no puede lavarse ni mantenerse, por lo que piezas de Lee se consideran como obras de arte efímeras. Para ella, los organismos vivos de la ropa podrían trabajar en simbiosis con el cuerpo para nutrirlo e incluso controlar si hay signos de enfermedad, explica en Dezeen.

En esta misma revista, la diseñadora e investigadora Amy Congdon muestra una colección de joyas elaboradas con materiales biológicos que podrían injertarse en la piel. Ella imagina un futuro en el que la biotecnología aporta al mundo del diseño materiales completamente nuevos, que no se fabrican con tejidos, sino que se cultivan a partir de células.

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