La oferta gastronómica madrileña de lujo es amplia, variada en estilos culinarios y se renueva cada temporada. Pero hoy os presentamos tres establecimientos que parece que han llegado para quedarse y además están en boca de los más sibaritas. Aviso para los que quieran visitarlos: los precios de todos ellos son elevados aunque los restaurantes y su cocina merecen la pena.

Albora. En el número 33 de Jorge Juan, una de las calles gastronómicas capitalinas por excelencia, nos encontramos con este restaurante que presume de una gastronomía de alta calidad, basada en excelentes materias primas y en los productos de temporada. Escogen lo mejor de la cocina tradicional y se apoyan en técnicas contemporáneas para ofrecer sabores redondos. Para veladas especiales es ideal el salón de la planta de arriba, aunque su zona de tapeo a pie de calle es fabulosa. Imprescindible probar su degustación de añadas de jamón Joselito, los hongos con salsa de yema y vainilla o el Galiano de liebre, conejo y perdiz. Pero los platos de cuchara, el arroz socarrat, las carnes y los pescados a la brasa no desmerecen. También cuentan con menús degustación. Destaca el servicio de Albora: es atento e impecable.

Alabaster. A escasos metros del Ayuntamiento de Madrid, en la calle Montalbán, se ubica la filial del afamado restaurante coruñés Alborada. Decorado en blanco y negro, con un estilo desenfadado pero elegante, el local dispone de dos amplios comedores y varios reservados, junto con una luminosa zona de barra donde disfrutar de una variada carta de tapas y medias raciones del restaurante. Al mediodía el predominio de señores encorbatados y la ausencia de tacones femeninos es apabullante. La especialidad de la casa es la merluza con pil-pil de lima-limón, pero cualquier otro plato elaborado con productos del mar lo bordan. Buenísimas las croquetas de cigalas de la ría de Arosa, las sardinas ahumadas con queso de Arzúa, las zamburiñas y el arroz cremoso de cerezas y anguila. Una buena presentación de los platos y su interesante bodega completan una excelente experiencia gastronómica.

Tatel. Inaugurado hace escasos meses, este establecimiento abrió sus puertas en pleno Paseo de Castellana para convertirse en una referencia de la alta gastronomía tradicional española y lo está consiguiendo. La cocina de Tatel es ágil, creativa y respeta el producto, su esencia y su sabor. Su carta recupera típicas recetas españolas pero logra transmitir con gusto un punto de vanguardia. Muy ricos los boquerones hechos al revés, las tortillas, los huevos rotos con jamón Joselito, indispensable la milanesa de ternera con huevo y trufa -finalizada frente al comensal- y muy notables los postres más caseros como la torrija o el arroz con leche. La presentación del aperitivo, que llega en una cesta rebosante de tomates de la huerta, es un acierto. Y curiosas las guarniciones de los segundos: se sirven en el centro para compartir. La decoración es memorable, inspirada en los dorados años 20, aunque puede resultar más agradable en las veladas nocturnas y pecar de oscuro en las diurnas. Además, Tatel ofrece una completa programación de música en directo, con actuaciones de vocalistas, percusionistas, DJ’s y un cóctel bar.