¿Peores que la casta?

09/02/2016

Carmela Díaz.

pancartaLa idiosincrasia de la política española es para reflexionar. Por fin espabilamos y damos boleto a la casta excluyente y corrupta, pero la reemplazamos por una panda de ignorantes, sectarios y revanchistas. Eso sí, la dimisión parece no entrar en los planes de la new age podemita, muy al estilo de aquellos casposos adictos a las puertas giratorias. Expectante me hallo por descubrir la sorpresa que nos deparará el consistorio madrileño en los festejos de Semana Santa tras la controvertida cabalgata de Reyes y este carnaval sangriento. Casi tanto como averiguar qué opina de este panorama el socialista Antonio Miguel Carmona, cuyo apoyo otorgó la alcaldía a Carmena.

La gestión del Ayuntamiento de Madrid no deja de copar titulares a causa de sus disparates. Comenzaron con aquella extravagante idea de encargar la limpieza de los colegios a las mamás, y desde entonces, ha sido un no parar. Que si poner a los infantes a recoger colillas, que si arrancar placas que recuerdan a unos monjes asesinados, que si sacar a pasear a unos Reyes Magos yeyés, y ahora, estos carnavales infantiles que promueven la violencia y ensalzan el terrorismo. Todo muy instructivo, enriquecedor y tierno. Casi tanto como la fuga exprés del multimillonario chino que iba a acometer una potente inversión en la capital, creando, al menos, 6.000 puestos de trabajo.

Carmela Díaz

Carmela Díaz

Parece como si en vez de proponer, aportar, gobernar, solucionar problemas y gestionar para todos, el único propósito de los integrantes de la nueva política fuese una ruptura con las costumbres y la cultura popular instaurada, para fomentar el cutrerío, un dudoso progresismo e iniciativas que dinamiten lo tradicional. Insólito resulta que en pleno siglo XXI, en un entorno democrático, próspero y occidentalizado, proliferen tantos imberbes ofuscados con rememorar un pasado lejano y un revisionismo histórico sectario, en vez de focalizar sus energías en crecer, superarse, construir y avanzar.

El rencor transmitido por algunos a lo largo de generaciones es el único culpable: la impronta del sesgo radical se hace notar en estos nuevos dirigentes. También influye el hecho de poner al frente de las instituciones a sujetos sin trayectoria profesional en el ámbito privado, a personajes que desconocen el significado de términos como esfuerzo, competitividad, perfeccionismo, liderazgo de equipos, control de presupuestos o gestión pública. La panda de colegas que gobierna el consistorio madrileño -y cuyos camaradas pueden ser la clave del gobierno de España-, son licenciados en Ciencias Políticas, cum laude en activismo social o máster en igualdad y asuntos sociales. Ese es el perfil de la gran mayoría de los cargos de Podemos. Antisistema por definición y convicción gestionando instituciones que les vienen grandes y que ni siquiera respetan. También son muy dados a reconvertir la cultura en un negocio para sus afines ideológicos. Padecemos en España una nada despreciable masa de población cuyo modo de ganarse la vida está subvencionado por las administraciones públicas. Los artífices del carnaval sangriento, un grupo de titiriteros ultras, son otro ejemplo de tantos beneficiarios de contratos públicos sin más mérito que profesar el credo de los contratantes. Y no solo ellos: ONG´s, asociaciones, colectivos, universidades… Se hace necesario auditar a cuantos perciben prebendas y salarios procedentes de dinero público a través de subvenciones.

Dos aclaraciones antes del punto y final: ensalzamiento del terrorismo no es libertad de expresión, es delito. Y cuestionar semejante cúmulo de mamarrachadas auspiciadas por el ayuntamiento capitalino no implica ser una hooligan de la anterior corporación. Ni mucho menos.

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