«El Gran Desencanto»

19/03/2016

Antonio de Oyarzábal.

¡ Es sorprendente el grado de frustración y rabia que parece invadir nuestro sofisticado y opulento entorno occidental ! Una tras otra consulta electoral en los países asentados en democracias de solera nos revelan cuotas incomprensibles de votos-protesta por la izquierda y por la derecha del espectro político.Cuando no son fenómenos novedosos de partidos surgidos como setas para aprovechar el mal humor reinante – lease UKIP, AfA, Frente Nacional o nuestro inclito Podemos – es el disparate Trump en el seno mismo del Partido más conservador y tradicional de la gran nación americana. Son movimientos rupturistas que súbitamente desbordan el orden establecido, que saltan los cauces de partidos diseñados para garantizar alternancias de poder dentro de limites constitucionales, y que ponen en la picota esa estabilidad a largo plazo que está en el origen del éxito incuestionable del modelo de desarrollo económico y social del llamado «Mundo Occidental».

Porque si algo debemos aprender del curso de los acontecimientos en el más de medio siglo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, es que la estabilidad política es factor decisivo para que los impulsos propios de la llamada «Economía Social de Mercado» – debidamente controlada y corregida en sus excesos – produzca el desarrollo y bienestar más espectacular de la Historia. Un largo periodo de lustros bajo la sombra y amenaza del «equilibrio de terror» nuclear no impidió paradójicamente que la estabilidad así mantenida sirviera de fundamento al salto espectacular hacia nuestro actual e inédito nivel de progreso en el Viejo Continente. Quizás con dosis de irresponsabilidad colectiva, vivimos de espaldas a la muy real posibilidad de eso que los estrategas definieron como la»destrucción mutua garantizada», insensibles a los miles de artefactos atómicos que se acumulaban a ambos lados del «telón de acero», pero con muy laudable constancia y propósito, plenamente dedicados a crear riqueza, a ahondar en las variadas ciencias y tecnologías..en vez de malgastar fuerzas en revueltas y guerras fratricidas que habían caracterizado a la Europa de la primera mitad del siglo pasado.
El fantasma de dos guerras mundiales casi seguidas, de incontables algaradas revolucionarias aquí y allá, pero también el ejemplo de una postguerra administrada por vez primera conjuntamente por vencedores y vencidos,  permitió a  un puñado de grandes estadistas europeos del momento – los Schuman, De Gasperi,Adenauer…- plantar la semilla, marcar el rumbo de un proyecto sin objetivo fijo en el tiempo pero con el propósito claro de hacer imposible la vuelta a las andadas de  enfrentamientos bélicos intra-europeos que acaban incendiando el Universo entero.¡ Y vaya si lo han conseguido !Hoy es simplemente impensable una nueva confrontación militar entre socios de la  llamada Unión Europea, y el mero logro de esta estabilidad básica compensa con creces los egoísmos internos, las crisis recurrentes que marcan la historia de esta Unión, y que han resultado cada vez en «más Europa» para desdecir a agoreros y aguafiestas prestos a proclamar fracasos e implosiones inminentes.
¿A qué viene por tanto tanta frustración, tanto furor anti-sistema que se traduce en estos engendros políticos que nos agobian? Y me temo que esta vez no son fenómenos esporádicos, súbitos»calentones» que igual vienen que se van, sino que están aquí para quedarse  con ánimo de seguir creciendo, sin otro común denominador que arrasar con lo logrado en una ya larga y probada formula de éxito ahora puesta en tela de juicio sin razón aparente.
 La crisis económica mundial de la década pasada parece remitir, sobre todo en las grandes «locomotoras»  como son  Alemania y Estados Unidos (el balance económico de la era Obama es infinitamente superior al caos que el Presidente heredó de su predecesor Bush,Jr.); el comercio fluye entre países y Continentes sin apenas trabas aduaneras y sigue así impulsando y extendiendo un desarrollo en parámetros espectaculares;  la era del «Conocimiento Universal» y de la «Comunicación Global» ha venido a suceder a la anterior égida nuclear, y ha abierto ya ventanas a un futuro de prosperidad inconmensurable; las ciencias avanzan en todos los campos, prolongan la vida, extinguen enfermedades crónicas…
¿Qué sentido tiene así este Gran Desencanto ?

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