Votar «a los otros»

17/05/2016

Josep M. Orta.

Llevamos casi nueve meses de campaña electoral y de alguna manera todas las formaciones nos han enseñado sus cartas. Son muchos los que quieren cumplir el deber cívico de acudir a las urnas cada vez que se les llame pero también son muchos los que no saben que papeleta escoger ante las propuestas que le hacen una clase política que hace tiempo que está amortizada y con otra emergente que no tarda en apropiarse de los vicios de sus compañeros. Ello propicia que no sean pocos los que acudan a las urnas con la nariz tapada.

El discurso del PP se parece mucho al “o yo o el caos”. Un partido que su gestión de la crisis ha desterrado a más de tres millones de españoles de la tranquila clase media (según un estudio de la fundación BBVA) en beneficio de aquellos que algún político definía como los poderosos. Además ha deteriorado de una manera importante el estado de bienestar. Incluso el propio García Margallo reconocía que con las políticas de austeridad se habían pasado cuatro pueblos. En contraste los escándalos de corrupción en sus dirigentes han escandalizado a no pocos hasta el punto que a muchos les parece una práctica casi institucionalizada en esta formación. En el recuerdo está que el diálogo cuando han tenido mayoría absoluta ha brillado por su ausencia. Y para que no se protestara se han sacado de la manga la llamada ley mordaza.

En la acera de enfrente, los socialistas, transmiten la sensación de caos total. No hay quien los entienda, se llenan la boca con la palabra “izquierdas” y lo primero que hacen es pactar con Ciudadanos (que supongo que a nadie se le ocurriría etiquetarlos de izquierdosos) sin molestarse a explorar si era posible un pacto de izquierdas. Sus propuestas federales reclaman una urgente definición de lo que entienden por este vocablo por que cuando lo han intentado llenar de contenido han empezado las tortas. Por otra parte las denuncias de Pedro Sánchez de que Podemos no le ha respaldado suenan a lamentos de plañidera. ¿Qué pretendía que le regalara directamente sus votos? Suya es la culpa de haber descartado a Podemos para cualquier pacto con la excusa de que la formación de Pablo Iglesias llevaba en su programa la consulta catalana. Por otra parte los compañeros de Sánchez se han encargado de enterrarlo en vida.

El tercero en discordia son los chicos de Podemos. Un partido que nació asambleario y en el que se ha impuesto la dictadura del comité central. Eso si han hecho de la necesidad virtud y han sabido articular un pacto con IU (quizás una legislatura tarde). Dan la sensación que toman las decisiones según las encuestas y a sus dirigentes les ha crecido de una forma desaforada su ego.

Queda, de los grandes partidos, Ciudadanos. En Catalunya ha sorprendido Albert Rivera (a quien ya nadie acusa de catalán) que se pasó siete años en el Parlament con un monotemático discurso identitario (español, claro) y ahora hemos descubierto que también tiene opinión sobre otros temas. Sus propuestas, a muchos, nos suenan joseantonianas con tintes sociales y planteamientos de derecha pura y dura y con el apoyo de muchos sectores poderosos que antes respaldaban al PP.

En definitiva, ¿a quién votar? La respuesta que me dio un amigo fue tan contundente como lacónica:  “A los otros”.

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