La sociedad frágil: fanatismo, redes, altruismo, globalización, inequidad y libertad

26/05/2016

David Reyero, de Sanofi Iberia. Lo que llamo “sociedad frágil” enriquece el enfoque VUCA.

El enfoque VUCA trata de explicar el mundo actual en el que vivimos de volatilidad (volatility), incertidumbre (uncertainty), complejidad (complexity) y ambigüedad (ambiguity), y explica matices nuevos. El concepto “sociedad frágil va más allá:

Fanatismo. El “nuevo terrorismo” es más impredecible e incontrolable que nunca. Está generando un comprensible miedo y una psicosis ante nuevos atentados en distintas partes del mundo, lo que no ayuda en la búsqueda de soluciones meditadas y que complementen a las necesarias soluciones policiales.

Redes. La irrupción de Internet y las redes sociales hace que el mundo sea una verdadera “aldea global e interconectada” y que los ciudadanos individuales y las asociaciones ganen poder de influencia. Esto provoca también que la reputación de cualquier institución sea más frágil y menos controlable por los mecanismos y actores tradicionales en la creación de la opinión pública. La primavera árabe y la irrupción de los partidos populistas en distintos países son sólo un par de ejemplos del poder de las redes sociales para transformar el estatus quo con técnicas de comunicación viral.

Altruismo. Más de 140 millones de personas son voluntarias a escala mundial en proyectos sociales y con tendencia creciente, según informes de la ONU. El “país de los voluntarios” es ya el noveno a nivel mundial, con 140 millones de colaboradores, y es una excelente expresión de la fuerza de la sociedad civil.

Globalización. La globalización define la creciente integración de las economías y sociedades del mundo, especialmente a través del comercio y los flujos financieros, lo que impacta en la evolución de las sociedades y la homogeneización de los hábitos culturales, especialmente en Occidente. En este sentido la inversión extranjera ha aumentado del 6,5% al 31,8% del PIB desde 1980 y los trabajadores extranjeros suponen ya más 200 millones de personas. Este proceso imparable tiene efectos contradictorios; por un lado, se han acentuado algunas desigualdades, pero también han mejorado la calidad de vida, especialmente en los países desarrollados y emergentes más competitivos.

Inequidad. La desigualdad social aumenta en todo el mundo. A la inequidad económica se une la desigualdad en el disfrute de los recursos naturales, y el reto de conseguir entre todos un planeta sostenible y donde todos podamos conservar la riqueza natural que todavía tenemos, lo que potencia los sentimientos anticapitalistas y/o antioccidentales.

Libertad. El mundo actual es también un espacio donde existen cada vez más oportunidades para la realización de los sueños personales y profesionales, y con menos barreras derivadas del lugar de nacimiento o nivel económico familiar. En el siglo XXI el talento y carácter emprendedor tienen más oportunidades que en épocas anteriores, para florecer y ganarse la vida en cualquier lugar del mundo. La irrupción de las startups y de la economía colaborativa, o los nuevos usos de la tecnología como elemento para facilitar la salida de la pobreza, abren nuevas esperanzas y potencian la mejora económica y la propagación de la democracia en distintos países. “Esta inquietante realidad debería llevarnos a reflexionar sobre qué parte de responsabilidad nos corresponde como sociedad”, escribía mi colega Santi García tras los atentados de París.

conectarTalento

Imagen obtenida en el blog de David Reyero.

Reflexiones, mejor que recetas
No existen recetas mágicas ni rápidas y las nuevas acciones deben cuestionar algunas inercias a nivel geo-político, como gestionar principalmente mediante el poder y desde esquemas rígidos y poco empáticos. Aquí van algunas reflexiones:

  • Entender primero y actuar después: existe poca información de calidad y un profundo desconocimiento en Occidente sobre la mentalidad y valores culturales de otras regiones. Avanzar en esto e involucrar más a líderes de consenso de dichas zonas ayudaría a reducir tensiones y aumentar la multilateralidad.
  • Mejorar la educación e información en sus distintos niveles para formar personas responsables, solidarias, constructivamente críticas y que sean capaces de navegar en la incertidumbre y aprendizaje continuos.
  • Fortalecer las democracias y potenciar sociedades civiles fuertes en los diferentes países, con ciudadanos que asuman personal y colectivamente no sólo sus derechos sino también sus obligaciones.
  • Firmeza y cooperación internacional contra el terrorismo.
  • Potenciar una solidaridad a distintos niveles, no enfocada a una caridad puntual sino a reforzar la autorresponsabilidad personal, sostenibilidad financiera de los países y desincentivar los comportamientos terroristas o populistas cuyo caldo de cultivo son los colectivos desfavorecidos.
  • Las empresas pueden jugar un rol más activo en la búsqueda de un mayor entendimiento global, por su importante influencia en la sociedad actual.

Son ideas que pueden ayudar a avanzar hacia lo que muchos ansiamos: un mundo más feliz, justo, libre y fraternal para tod@s.

 

David Reyero, HR Business Partner & Strategic Projects en Sanofi Iberia

David Reyero, HR Business Partner & Strategic Projects en Sanofi Iberia.

David Reyero (en Twitter, @davidreyero73) es HR Business Partner & Strategic Projects en Sanofi Iberia. Reyero tiene un blog donde escribe sobre liderazgo, talento e innovación. Es licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad de León y cuenta con un MBA cursado en el IE Business School

 

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