Colau, ¡vaya Gràcia!

27/05/2016

Maite Vázquez del Río.

La alcaldesa de Barcelona ya sabe lo que es vivir las cosas desde el «otro lado». En sus tiempos de protesta contra los desahucios sufrió en sus carnes la «represión» de las Fuerzas del Orden, arremetió contra las decisiones del delegado de Gobierno de turno y no dejó títere con cabeza en defensa de su libertad de expresión y de los derechos de los ciudadanos más desfavorecidos.

Ahora ella forma parte de ese «otro lado» en el que toca administrar el orden y comprueba cómo los violentos, los antisistema, se cuelan en cualquier tipo de protesta, sin que los organizadores puedan hacer nada, mientras los Mossos deben imponer la seguridad para que el resto de los ciudadanos no sufra las consecuencias.

El desalojo del Banco Expropiado, ocupado por un grupo de okupas en el barrio de Gràcia, ha puesto a Colau en el disparedero, y para salir del paso, lanza balones fuera y reclama al Gobierno de la comunidad que sea el que se encargue de imponer el orden en su ciudad, en tanto que reclama colaboración y paciencia a los vecinos. El presidente de la Generalitat, de momento, no sabe o no contesta. Se ven los toros mejor desde la barrera, pero los vecinos del barrio llevan toda la semana viendo cómo se rompen escaparates, se queman coches y contenedores. Y se temen lo peor para este sábado.

Los okupas comenzaron el pasado lunes una marcha pacífica desde la Plaza del Diamant, convertida en emblemática por Mercè Rodadera, para intentar recuperar su Banco. Carreras, lanzamiento de piedras, destrucción de mobiliario urbano, motos volcadas, coches y contenedores quemados… mientras los Mossos intentaban poner orden a base de porrazos. El balance, al menos cuatro mossos heridos. Los vecinos, que ya han cogido cariño a los okupas, intentaron apoyarles a base de golpear cacerolas.

En definitiva, el desorden público se ha apropiado del hasta ahora pacífico barrio de Gràcia, poniendo en evidencia la inacción de las autoridades autonómicas y locales. Los políticos catalanes han dejado a los Mossos d’Esquadra a su suerte, pese a ser los garantes de las libertades.

¿Qué pueden esperar los ciudadanos cuando los que les gobiernan permiten que reine la violencia? Los antisistema, que no antiviolencia, campan a sus anchas, mientras Ada Colau, que antes participaba en multitud de protestas -como derecho legítimo- ahora no sabe cómo encontrar el equilibrio entre los que tienen derecho a manifestarse y los ciudadanos que sufren la agresión de algunos que han hecho de la violencia su razón de ser.

¡Vaya Gràcia, Señora Colau! Sus antiguos compañeros de fatigas y lucha en favor de los más desfavorecidos no le admiten cambiar de local de ocupación y ya no está Trías para que pague el alquiler. Tal vez espere que un alma caritativa pague los platos rotos. O tal vez comprenda que gobernar es intentar buscar soluciones que contenten a los más. Pero lo que está claro es que la violencia no se puede permitir.

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