Me voy de vacaciones con el sentimiento de “ya se lo harán” y con la sensación de que nuestros políticos están tomando el pelo a todos los ciudadanos.

Nos han convocado dos veces a las urnas y los ciudadanos han expresado (con las limitaciones de las listas cerradas y bloqueadas) su opinión. Les han dado los mimbres para que articulen fórmulas que de acuerdo con estos resultados permitan la gobernabilidad y que se dejen de vetos, líneas rojas y exclusiones. Ya se sabe que la política hace extraños compañeros de cama y los políticos están para resolver problemas, no para crearlos..

Pero parece que los resultados de las elecciones no sirven para formar gobierno sino para que los responsables de las diferentes formaciones lo decidan todo en los despachos en función de tacticismos que pueden ser beneficiosos para el partido pero que tienen paralizado el país.

Seamos claros, Rajoy fue el partido más votado pero no ganó las elecciones, hay otras mayorías posibles y, en cualquier caso, cualquier salida requiere pactos, cesiones, flexibilidad y voluntad de llegar a acuerdos. En estos momentos la única consecuencia de la última cita electoral es la profunda división –quizás crisis- creada en algunos partidos, entre ellos los socialistas que son los que tienen en su mano la gobernabilidad. Curiosamente tanto el partido de Pedro Sánchez –en su tentativa de lograr la investidura- como los populares piden adhesiones inquebrantables y que otros partidos les regalen unos votos que les permitan formar gobierno. Esto no es política, política es negociar y el diálogo que se está produciendo es de sordos.

El Congreso hace tiempo que está de vacaciones y el común de los mortales también tenemos derecho a disfrutarlas. Como muchos están hartos del espectáculo que nos ofrecen y el uso que hacen de nuestros votos, pues ya se lo harán.