Rajoy entona el canto del cisne

29/07/2016

Luis Díez.

 

La tarde del 28 de julio de 2016 (Sansón de Dol y Beata Alfonsa en el santoral) quedará en la memoria de Mariano de Mariano Rajoy Brey como aquella que marcó el principio del fin de su mandato como jefe del Gobierno. En algunas redacciones de los periódicos, que son la letra menuda de la historia con mayúscula, se comenzaron a preparar reseñas recopilatorias de su vida y obra política. En el PP acreció la inquietud y el interés sobre quién podrá ser el sucesor. Rajoy disimuló cuanto pudo y dijo por dos veces a los periodistas que no “adelanten acontecimientos”. Sin embargo, en la política como en el teatro alguien se ha de ocupar de las escenas que han de venir.

Les cuento o enmarco lo que ya saben. El resultado de las consultas realizadas por el jefe del Estado, el rey Felipe VI, con los 14 representantes designados por los partidos con representación parlamentaria (ERC y EH-Bildu pasaron) fue la comunicación entregada por el monarca a la presidenta del Congreso, Ana Pastor Julián, encargando a Rajoy formar gobierno, de acuerdo con lo previsto en el artículo 99 de la Constitución. Y lo previsto es que se someta a la investidura y sea elegido por la mayoría absoluta (176 votos) en la primera votación y si no lo logra, por la mayoría simple (más votos a favor que en contra) en la segunda votación, 48 horas después.

Aunque el encargo fue tasativo e inequívoco, Rajoy se esforzó en osucurecerlo cuanto pudo en una rueda de prensa en La Moncloa para la antología de la ambigüedad. Dijo que el rey le ha encargado que “intente” la investidura y no es cierto, pues el mandato legal e institucional es que se someta a la investidura. Dijo que “redoblará” sus esfuerzos negociadores (como si desde el 20D hubiera negociado algo) para buscar los apoyos necesarios y que “en un plazo razonable comunicará (al rey) la respuesta”, y tampoco es cierto, pues quien tiene que comunicar oficial y legalmente algo al jefe del Estado no es él, sino la presidenta del Congreso, y ese “algo” consiste llana y simplemente en el resultado de la votación.

El burladero de las palabras con las que se protegió el candidato de la fuerza mayoritaria (137 escaños) mostraba un rótulo imaginario con letras versales que decía: “Miedo”. Y esto es lógico porque del desfile de modelos políticos por el salón de Zarzuela salieron casi todos, menos sus socios navarros y asturianos de UPN y Foro, diciendo que no votarán a favor ni muertos. La traducción es clara: Rajoy solo cuenta con los 137 votos favorables de su partido y la abstención en la segunda vuelta de los 32 de Ciudadanos y Ana Oramas, de Coalición Canaria. Y eso significa que a estas horas está políticamente muerto.

De ahí su ambigüedad, su esfuerzo en inducir a equívocos a los periodistas, sus reiteradas y desesperadas apelaciones a la responsabilidad de los demás para aprobar cuanto antes el techo de gasto, presentar el Presupuesto de 2017 y cumplir los deberes con Bruselas. La acumulación de ardides y argumentos de mal pagador para soslayar la cuestión principal, que después de siete meses y dos elecciones consecutivas ha de pasar por el aro parlamentario, resultó tan ridícula como patética ante la atenta mirada del duo de sucesoras, Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal.

Se ponga como se ponga y diga lo que diga, Rajoy no tiene más remedio que someterse a la investidura del pleno del Congreso tras el plazo “lo más corto posible” de negociación con las demás formaciones políticas “constitucionalistas”, es decir, C’s y el PSOE básicamente. La previsión que maneja el grupo popular es que el pleno de investidura se podría celebrar entre el 22 y el 27 de agosto. Si no logra atraer el voto favorable de los centristas liberales de Albert Rivera y de los nacionalistas vascos del PNV y el de Coalición Canaria no saldrá investido y el requiescat in pace será definitivo.

En esa tesitura empieza a correr el periodo de dos meses para la convocatoria de nuevas elecciones durante el que el PP tendría que presentar un candidato que concite mayor apoyo del hasta ahora cosechado por Rajoy, ese hombre que entró en el Gobierno en 2006 con José María Aznar López y ha sido de todo, aunque como dijo Alfonso Guerra, no tiene condiciones.

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