Pedro (Sánchez) y el lobo

06/09/2016

Carmela Díaz.

Algunos días nos hace creer que su estrategia es morir matando. Otros, sin embargo, nos incita a confundirlo con el perro del hortelano. Porque la obstrucción institucional que padecemos está en manos del socialista que ha conseguido menos votos en la historia de su partido: un aspirante a todo que se encuentra a cincuenta y dos escaños de la formación más votada. Pedro mantiene secuestrados al PSOE, a España y a los españoles en una demostración de irresponsabilidad épica y terquedad superlativa. Sánchez se deja seducir por las mieles del poder mientras flirtea con las siglas zurdas radicales, pese a la incredulidad de sus propios compañeros.

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La realidad es que una promiscuidad parlamentaria consentida sí permitiría al emperador de los NOES ser investido presidente del Gobierno. La más viable pasaría por un pacto entre PSOE, Unidos Podemos y Compromís -156 diputados frente a los 137 populares-. Haría falta, por tanto, la abstención de Ciudadanos y de los nacionalistas. Otra opción sería un acuerdo entre PSOE, Unidos Podemos, Ciudadanos y Compromís que suman 188 diputados, es decir, una mayoría absoluta sobrada (y en primera votación). Incluso podría proclamarse presidente con 178 diputados mediante un acuerdo entre PSOE, Unidos Podemos, Compromís y las formaciones nacionalistas (ERC, PNV y PDC).

unnamedPero mientras se encajan bolillos de colores en pasillos y mesas de negociaciones, Sánchez elucubra sobre un propósito más taimado: el de ganar tiempo en el universo socialista. Sigue interpretando a conciencia este vodevil electoral para prorrogar el calendario interno y volver a presentarse a las primarias sin oposición ni candidatos alternativos. El aspirante es plenamente consciente de que en el próximo congreso del PSOE si no es presidente del gobierno, se irá a la calle por la puerta de atrás. Lo que su miopía crónica le ha impedido visualizar es que una abstención a tiempo le podría haber fortalecido: además de consolidar una sólida reputación en el ámbito institucional, tendría que enfrentarse al gobierno más débil de la toda la democracia. Pero si los hastiados españoles somos convocados a unas terceras elecciones, podremos resolver el bloqueo sin necesidad de intermediarios sesgados ideológicamente. Y un representativo número de votantes socialistas huirá hacia otras formaciones.

Mientras Pedro Sánchez deshoja sus margaritas del querer -y del poder-, los lúcidos prohombres del PP le dan alas: premian a exdirigentes sobre cuya testa planea el tufo nauseabundo de la corrupción, los paraísos fiscales y las mentiras públicas. ¿No hay nadie en el partido que se está jugando el Gobierno de España capaz de evitar semejantes disparates? Los líderes populares parecen empeñados en soliviantar a sus potenciales votantes durante la travesía hacia la nueva llamada a urnas. O bien tienen asumido que volverán a ganar porque sus adversarios son funestos, o en Génova y aledaños son adictos al sado extremo, o bien atesoran un deseo innato por fastidiarla cuando los vientos soplan a su favor. Tras el chorreo que Rajoy propinó a Sánchez y los emergentes sobre la tribuna de oradores en la fallida sesión de investidura, ahora van y lo emborronan con la ominosa candidatura de Soria. Angelitos.

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