La vela de Rosa

18/11/2016

Maite Vázquez del Río.

Rosa, de 81 años y vecina de Reus, moría pasadas las tres de la madrugada del pasado lunes víctima de un incendio. Una vela prendió el colchón donde dormía. Desde que sucedía el fatídico fin de la anciana se han escrito ríos de tinta y llenado los programas de radio y televisión, porque a Rosa la habían cortado dos meses antes la luz por impago y nadie se dio «cuenta».

Sesenta días sin luz los que llevaba Rosa, y nadie había dicho nada sobre el problema que tiene España. Más en concreto muchos españoles que por falta de pago ven como la compañía eléctrica de turno les corta la luz. Si Rosa no hubiera muerto, así seguiríamos. Pero el debate se ha abierto, y espero que para quedarse hasta que se solucione. La pobreza energética requiere de una actuación rápida y urgente, empezando primero por hacer un listado con las personas afectadas.

Ha hecho falta que una anciana muera para que conozcamos el drama de 478.100 personas en 2014 aunque nos digan que la cifra se redujo en 2015. Pero de eso se trata que tanto para las compañías eléctricas como para las autoridades políticas son números. Clientes y ciudadanos, que pagan y votan, y si no lo hacen, al menos en el caso de la factura de la luz, se les corta el suministro sin miramientos.

No se analiza ni se quiere ver el drama que hay detrás de cada número, de cada recibo sin pagar. No importa que desde que anochece no puedan ver, no tengan agua caliente en todo el día, ni dónde cocinar, ni dónde guardar la comida… A eso solo tienen derecho los que pagan, y para qué engañarnos pagamos más que muchos de nuestros vecinos europeos.

Los políticos de algunas comunidades, no de todas, han intentando dar alguna solución. Como que la compañía eléctrica que vaya a cortar la luz a una familia avise antes a los servicios sociales o cualquiera de los departamentos encargados de recibir dicha notificación. También hay gobiernos autonómicos que prohíben expresamente el corte de suministro en los casos de extrema necesidad… que son todos, para qué nos vamos a engañar.

El problema de Rosa es que ni la compañía avisó a las autoridades competentes, ni el trabajador social que visitaba a la anciana se dio cuenta de la situación. Una falta de coordinación que le ha costado la vida a Rosa. Porque en el caso del recibo del agua que tampoco podía pagar, Aigües de Reus avisó y el ayuntamiento de Reus se hizo cargo para evitar el corte del suministro.

Ya sabemos que hemos pasado una crisis, y que todo ha quedado trastocado. Pero a estas alturas, con las eléctricas presentando beneficios mes tras mes, algo se tendría que hacer a nivel nacional para que haya  una ley que evite el corte de suministro de los servicios esenciales como son la luz y el agua. Los ayuntamientos son los más cercanos, pero se me antoja que una ley que iguale a todos los ciudadanos, sean de la comunidad que sea, podría conllevar mayores esfuerzos (económicos, sobre todo) y coordinación.

A muchos políticos se les llena la boca cuando hablan de la pobreza extrema, de la exclusión social… pero a la vista del día a día de los más desfavorecidos parece que son meros conceptos. Pero tampoco se ven movimientos sociales, tan de moda desde la crisis, que acudan a evitar que se corte la luz a alguien que por falta de recursos no puede hacerse cargo del recibo. No es un desahucio, pero puede costar la vida, como le acaba de pasar a Rosa. ¿Cuántas personas más tienen que morir para que desde el Estado se haga algo?

Una vela le costó la vida a Rosa. Detrás de esa vela está el drama de una anciana de 81 años a quien le habían cortado la luz por no pagar los recibos.

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