Donald Trump: ¡America First!

03/02/2017

Francisco Canós.

Cuando hablamos de Donald Trump, lo primero que se nos viene a la cabeza son amenazas, locuras, incertidumbres, proteccionismo, etc. Veamos que dice Donald Trump de sí mismo y quizás podamos encontrar alguna oportunidad entre todo lo anterior.

Recomiendo, para poder hablar de Trump, visitar su propia página web: https://www.donaldjtrump.com , con el objetivo de ver sus postulados (“positions”) e intentar encontrar los peligros y oportunidades que se abren para empresas, países y sociedad en general.

Lo primero que llama la atención es su llamado Contrato con el Votante Americano (Donald Trump’s Contract with the American Voter) en el que marca lo que piensa hacer en sus primeros 100 días de mandato. Algo así como su programa electoral. En España, el programa electoral del PP tiene más de 200 páginas, el del PSOE casi 400, el de Podemos 394 puntos, el de C’s 350 propuestas en 46 páginas. ¿El de Trump? ¡2 hojas! que desglosan 18 acciones y 10 medidas legislativas que, hay que reconocerle el mérito, se entienden muy clarito ( link al contrato ). Entre ellas, y aparte de las destacadas por muchos medios, hay acciones como proponer una enmienda constitucional que limite el tiempo de mandato de sus señorías, o como que por cada nueva ley o regulación dos antiguas deban ser eliminadas, o como prohibir a congresistas y altos cargos de la administración trabajar para sectores privados relacionados con la administración e incluso ser “conseguidores” (“lobbyists”) hasta que no pasen 5 años desde haber dejado el cargo público.

Desde un punto de vista más europeo, se ve razonable un peso significativo del Estado en la sociedad. Sin embargo, esa misma sociedad se está dando cuenta que este peso tiene que ir ligado a un uso eficiente de los recursos que manejan, y ve con muy malos ojos que el único mérito para sentarse en los consejos de administración de empresas sea su paso por la política y obviamente los negocios recibidos o los que se esperan recibir. Esa nueva tendencia ve la política no como una profesión, sino como un servicio. Existe una clara percepción negativa hacia el llamado “político profesional”, nadie les obliga a entrar en política y no debería tener vocación de permanencia. ¿Se podría sacar un efecto positivo de los postulados de Trump que dieran el definitivo aldabonazo al inflexible transatlántico europeo gobernado por burócratas profesionales decimonónicos? En cristiano, que espabilen.

En ese mismo contrato se habla de identificar los tratados de comercio con países que (en su opinión) atenten contra los intereses de los trabajadores americanos y reconducirlos. Da nombres concretos. Han pasado pocos días y ya ha cancelado el tratado de Asia-Pacifico (Trans-Pacific) y está en revisión el que tienen con Canadá-México (NAFTA). Anticipaba que eliminaría los obstáculos puestos por el Presidente Obama para la construcción de un oleoducto (Keysone Pipeline) y lo ha hecho. Advertía que restructuraría el llamado “Obama Care” y lo ha hecho. No digo que estas medidas sean buenas o malas. Para ello hace falta un análisis mucho más detallado y que además depende de si se analiza en su impacto doméstico o internacional. Lo destacable, tal vez por insólito en la clase política, es que lo que dice, lo hace. ¡Qué cosas!

Por cerrar este capítulo, Trump (y su equipo) lo pensaron, lo pusieron por escrito, lo publicitaron, fue aireado por mucha gente a favor y en contra y finalmente fue votado. Muchos creyeron que más que intenciones eran bravuconadas, que no las apoyaría el pueblo americano o que, en el peor de los escenarios, cuando llegase al poder no las implementaría. Moraleja: igual hay que leer más y votar lo que exponen. No hacerlo, visto lo visto, parece imprudente. También hay otra lectura, lo han leído y lo han apoyado. Da que pensar.

Podríamos continuar valorando sus postulados, pero me gustaría intentar ver si hay alguna oportunidad que podamos sacar otros países. No se trata de debatir sobre si Trump si o Trump no. Eso es agua pasada. Trump está aquí y, salvo proceso de “impeachment” mediante, va a estar aquí en los próximos 4 años. Eso es un hecho, y mejor entendemos cómo este “Periodo Trump” va a influir en nuestras vidas y actuamos en consecuencia. Minimicemos los riesgos y aprovechemos las oportunidades. Me gustaría desglosar cuatro de ellas:

  Infraestructura. La inversión anunciada es de un trillón (americano) de dólares a lo largo de los próximos 10 años. Lo que viene a ser un billón español, un millón de millones de dólares, o lo que es lo mismo 100,000 millones de dólares por año, diez años seguidos. Estamos hablando de 60,000 puentes que necesitan actualizarse, sistemas de depuración de aguas (más de 2,000 depuradoras ineficientes en 50 Estados). Estamos hablando de aeropuertos, autovías, tratamiento de agua, infraestructura de transporte de materias primas (oleoductos). Muchas empresas españolas son líderes en estos sectores, y muchas de ellas tienen implantación en Estados Unidos.

Las medidas nos pueden impactar directa o indirectamente. Está claro que no necesariamente se van a crear empleos aquí por el trabajo realizado allá, pero si a nuestras empresas les va bien, el efecto no es malo. O indirectamente, no olvidemos que se habla de incentivos fiscales y formas de financiar la inversión pública y privada. Igual algunas de estas ideas pueden ser aplicables aquí para tener resultados más eficientes. Estemos atentos, Wall Street ya lo está haciendo.

Comercio Internacional. El Presidente Trump ya ha cancelado el acuerdo Trans-Pacifico y está revisando el NAFTA. Ha declarado a China país manipulador de su divisa y como tal, subsidiando el coste de sus productos exportados. ¿En qué nos afecta esto? Hay muchos ángulos, pero empecemos por el primero, cuando uno se marcha, se crea un hueco que alguien puede ocupar. Es el llamado efecto “fill the gap”. China ya está empezando a “fill the gap” dejado en su zona de actuación inmediata. Hasta Australia ha declarado que EEUU no es necesariamente el único “preferred partner” (socio preferente) en la zona. Esto mismo está sucediendo en el continente americano. El primero ha sido México, pero no es ni va a ser el único. Toda Latinoamérica va a tener que replantearse su política económica ante estos cambios. Para un fabricante americano con deseo de obtener unos costes mejores fabricando por ejemplo en México, la perspectiva de sufrir unos aranceles en aquellos productos que quiera vender en EEUU puede hacerles repensar si merece la pena fabricarlos fuera o dentro. Para una empresa no estadounidense la perspectiva es si montar sus factorías y centros dentro de EEUU (ya hay muchas) o fuera. Para los países Latinoamericanos, la cruda realidad será tener que convencer a dichas empresas de que sus condiciones son mejores, y sus mercados lo suficientemente atractivos para que inviertan allá. Atentos al impacto social de todo esto.

Os dejo unos datos de su propio análisis. Cuando el Presidente Obama firmó con Corea del Sur el tratado de comercio, predijo que las exportaciones hacia Corea se incrementarían en 10,000 millones de dólares y crearían 70,000 puestos de trabajo en EEUU. Los datos dicen que las exportaciones hacia Corea no han aumentado, y sin embargo el comercio en el otro sentido, de Corea hacia EEUU, ha crecido en 15,000 millones de dólares. Su análisis es que eso no solo no han creado los puestos de trabajo esperados, sino que han destruido cerca de 100,000. A partir de ahí el ya Presidente Trump, elabora sus ya conocidas conclusiones.

En esto del comercio internacional, hay quien dice que lo importante es empezar, y que el tiempo lo iguala todo. Sin embargo, poner las mismas reglas comerciales, cuando no existen las mismas reglas sociales, sanitarias, salariales, económicas, legales, etc.; puede ser peligroso. Y si encima no existen (o no se respetan) acuerdos para que esa distancia se vaya cerrando, se puede correr el gran peligro de crear un caldo de cultivo disfuncional cuyo resultado (creación de riqueza allá y/o destrucción de riqueza aquí) no es fruto de una mayor eficiencia sino de otros elementos de dudosa naturaleza ética. Es razonable revisar estos temas. Creo que se han intentado muchas vías diplomáticas. Parece que el Presidente Trump tiene un enfoque más ejecutivo, que no sé si será más efectivo.

Educación. Según el informe PISA los estudiantes americanos estaban en el momento del “Trump Contract” en el puesto 28 en matemáticas y el 18 en lectura. En el último informe (diciembre 2016) están en el puesto 39 y 23 respectivamente. Bueno, por comparación, nosotros estamos en el 32 y en el 25 respectivamente. En EEUU, a un estudiante, la educación le cuesta significativamente más de lo que le cuesta a un estudiante español. La diferencia, en España, la pagamos entre todos los que pagan impuestos. En EEUU, la ciudad de Nueva York gasta una media de $20,226 por estudiante de escuela pública, en Chicago $11,976 o en Los Ángeles $10,602. Lo que propone Donald Trump es dar a los niños en estado de pobreza la posibilidad de elegir la escuela que quieran (“School Choice”). Son unos 11 millones de niños. El presupuesto asignado sería de $20,000 millones por parte de Estado y $110,000 millones aportados por los distintos Estados. Eso da cerca de los $12,000 por niño por año. Está claro que la educación es la principal herramienta para reducir las diferencias entre estratos sociales, y una de las mejores formas de meritocracia que existen. ¿Es esta propuesta de Trump una manera de avanzar en la reducción de esa brecha social? ¿Tiene alguna aplicación aquí? Imaginemos un escenario en el que los padres tuvieran garantizados los recursos, no sólo para que sus hijos vayan a la escuela, sino para que vayan a la escuela que quieran, ¿qué creen que decidirían? Yo elegiría las mejores. ¿Y las escuelas? ¿tendrían que competir por atraer a dichos alumnos, haciéndose mejores, más eficientes y dar mejores resultados? ¿Qué les parece ese escenario?

Cyber-Seguridad. Nuestra vida es cada vez más digital y en la red. Esto no va a parar, sino que va a ir a más. Estas nuevas vías tienen que ser tan seguras como las físicas. No sólo nos referimos a que las mismas cosas hechas o dichas tendrían que tener un mismo enfoque de responsabilidad legal se produzcan en la calle, sobre papel o en Twitter. Hablamos de toda nuestra vida en general. En el caso de los EEUU, ejemplos del impacto conocidos podrían ser los ataques a los sistemas gubernamentales o privados. Se habla de que los hackers obtuvieron datos de más de 20 millones de personas a las que el gobierno Federal siguió por algún motivo. JP Morgan Chase vio comprometidas la información acerca de unos 76 millones de clientes con hipotecas. A e-Bay le “hackearon” 150 millones de “passwords” de clientes, etc.

Este aspecto aparece destacado en los postulados de Trump, anunciando que va a crear un equipo de Cyber-Seguridad formado por militares, abogados y sector privado, con el objetivo de revisar e identificar las posibles vulnerabilidades de los sistemas relacionados con la administración (militar, defensa, sanidad, administración pública), poder defenderse de ellos y reaccionar adecuadamente frente a dichos peligros.

Esto no es ninguna broma. No creo que a nadie le guste perder su identidad en manos de un hacker, o su dinero, o que se airee su situación médica. Y no sólo esto, cuando ocurren catástrofes naturales, incendios, tsunamis, huracanes (Katrina), etc., se destruyen muchos documentos que se hallan en registros civiles o religiosos y que se pierden para siempre. Partidas de nacimiento, de matrimonio, o escrituras públicas. Crear sistemas que prevengan todas estas situaciones no es un tema menor. Estamos hablando de cryptomonedas, de tecnología “blockchain” y de otras muchas medidas de cyber-seguridad que tratan de esto. Promover tanto la aplicación como el desarrollo de esta tecnología no sólo nos proporcionará tranquilidad, sino que será fuente de desarrollo y negocio.

¿Es el enfoque de Trump el más adecuado? Parece que con la CIA no empezó con buen pie, aunque ahora parece que era un malentendido provocado por los periodistas, ya saben, esas personas “among the most dishonest people I’ve ever met” (entre las personas más deshonestas que jamás he conocido).

El Presidente Trump es una incógnita. Es un suceso que no tiene precedentes. Sus intenciones se resumen en “America First” (EE.UU. lo primero). Podemos obviarlo, pero es un hecho que aquí está. Entenderle, anticiparse, ver sus iniciativas sin prejuicios previos, juzgarlas por sus propios méritos (o falta de) y detectar las oportunidades que de ahí se deriven, me parece un reto que no se puede ignorar y que nos va a tener ocupados una buena temporada.

¿Te ha parecido interesante?

(Sin votos)

Cargando...

Aviso Legal
Esta es la opinión de los internautas, no de diarioabierto.es
No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
Su direcciónn de e-mail no será publicada ni usada con fines publicitarios.