¿Somos todos iguales ante la ley?

17/02/2017

diarioabierto.es.

Tuvieron que pasar once años para que los españoles viéramos sentada en el banquillo de los acusados a una Infanta de España, y ocho meses más para conocer la sentencia que, todo hay que decirlo, es histórica… El yerno del rey emérito y cuñado del rey actual irá a la carcel.

La Audiencia Provincial de Palma se lo ha tomado con calma, y adoptado por unanimidad la sentencia. Hoy los españoles creamos un poquito más en la independencia de la Justicia, aunque los años de prisión o hasta la absolución de la infanta, que sólo deberá pagar una multa (cuyo dinero ya adelantó) a algunos les pueda saber a poco.

También con esta sentencia se ha demostrado que el Estado de Derecho no está oxidado porque como el rey emérito Juan Carlos I aseguró en uno de sus últimos discursos navideños, todos somos iguales ante la ley, incluida toda su familia. Lo que no está tan claro viendo y escuchando muchas de sus actuaciones durante su reinado es si esa frase lapidaria también le incluía a él. No olvidemos que desde antiguo el rey (de cualquier país) estaba por encima de la ley.

Al mismo tiempo que se produce esta sentencia, también los españoles estamos viendo que cada vez son más los que ocupan los banquillos de los acusados. Demostrada la independencia de la Justica, ahora debería tratar de recortar los tiempos de los procedimientos para que los escándalos con que nos hemos visto salpicados en los últimos años no duerman el sueño de los justos.

Hasta el hoy condenado a prisión, Iñaki Urdangarín, estará pensando que si la Justicia hubiera sido más rápida ya habría sido sentenciado y hasta cumplido la condena y estaría hoy paseando con su mujer y sus hijos tranquilamente. Se diga lo que se diga, pese a los miles y miles de folios de la investigación e instrucción del caso Noòs, once años son muchos. Confiemos en que si hay recurso ante el Tribunal Supremo, los tiempos sean muchísimo más cortos.

Y volviendo a la sentencia. La mayoría coincide en que el fallo ha sido justo. La infanta ha salido absuelta porque el fiscal Anticorrupción, Pedro Horrach, no pidió prisión para ella ya que lo suyo han sido dos delitos contra Hacienda y la Agencia Tributaria edulcoró sus propios informes durante el juicio.

Aunque algunos considerarán que esta absolución no es justa, como la ya exconvicta, Isabel Pantoja, que si tuvo que ir a prisión por ser compañera sentimental de un corrupto que no hace más que ir de juicio en juicio (hasta 80) recibiendo condenas y años de prisión. O la propia exmujer de Julián Muñoz, Mayte Zaldivar, que tuvo que cumplir más años en la cárcel porque convivió más tiempo con él.

Como esta misma semana nos ha mostrado la exministra Ana Mato, resulta que las mujeres, esposas, amantes… dejan todo en manos de sus maridos cuando se trata de gestionar el dinero. Y llueven Jaguars del cielo, fiestas de cumpleaños o palacetes en Barcelona sin que las sufridas compañeras pregunten de dónde llega tanto lujo y opulencia. Simplemente se limitan a disfrutarlo.

Tampoco Pedro Horrach parecía hoy muy contento con los años de prisión fijados para Urdangarín (6 años y 3 meses) y su socio, Diego Torres (8 años y 6 meses). El había pedido 19 años. Y es que los delitos demostrados durante el juicio según la sentencia (prevaricación, malversación, fraude, tráfico de influencia y dos delitos fiscales) en opinión del Fiscal Anticorrupción eran merecedores de más tiempo de cárcel. Además de que atendiendo al funcionamiento del sistema penitenciario en España, la pena del exduque de Palma, al final, no llegarán a los dos años de prisión. Lo de pedir prisión inmediata más parece, por tanto, una pataleta, ya que es difícil que el marido de Doña Cristina de Borbón pueda fugarse con toda la escolta que siempre le acompaña esté en el país en el que esté.

Lo importante es que la Casa Real (la de antes) no pudo parar a la Justicia y con la actual (la de Felipe VI), la Justicia ha podido acusar y condenar a un miembro de la monarquía española por abusar de su posición de privilegio incurriendo en delitos tan graves como la prevaricación, falsedad, malversación de caudales públicos, fraude, tráfico de influencias y delitos contra la Hacienda pública. Y también que la infanta se lucró de todo lo conseguido por su marido con todas esas artimañas ilegales. A Juan Carlos I ya le había costado el trono, además de irse a cazar elefantes. Y Felipe VI, que parece haber perdido una hermana y un yerno, ha salido ileso, sin una salpicadura.

Esperemos que todas las sentencias que faltan por llegar, y son muchísimas, sigan mostrando la indepencia de la justicia española y la victora del Estado de Derecho.

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