Una junta general extraordinaria de accionistas que dura 4 horas y 20 minutos da para mucho. Y termina con un dato significativo: el nuevo presidente, Emilio Saracho, accede al consejo con el 98,57% de los votos, menos que los que obtuvo para su ratificación el consejero delegado, Pedro Larena. Pero muchos más que los que logra Jaime Ruiz Sacristán, el representante de los inversores mexicanos encabezados por Antonio del Valle, que renueva con el 93,47%.

La junta, con una sorprendente baja asistencia (51,75% del capital, entre presentes y representados), empezó con una nueva demostración de la capacidad oratoria y didáctica de Roberto Higuera, vicepresidente, y al que le tocó presidir el acto por ser el más veterano en el banco. En su intervención inicial, dejó varios mensajes. Primero, que era necesario «tomar una decisión rápida para no dañar la reputación del Popular». Segundo, que el presidente ‘in pectore’, Emilio Saracho,»tiene un gran prestigio internacional y es capaz de cambiar el rumbo del banco».

El tercer mensaje es el más contundente: el Popular «tomará cuantas medidas sean necesarias para recuperar el valor para nuestros accionistas».

Luego, una avalancha de 27 intervenciones de accionistas, algunas de extrema dureza para el presidente saliente, Ángel Ron, que no estuvo presente. Se le reprochan «47 ampliaciones en 8 años, y la última no ha servido para nada, ni siquiera para evitar las pérdidas»; «una incapacidad demostrada para gestionar un banco»; «heredó un banco muy sano y ha dejado al Popular al borde del precipicio, nos ha llevado a la ruina, a la autoliquidación, a la absorción o al rescate»; «ha manejado el banco como su huerto particular», «se ha equivocado al comprar el Pastor, al entrar a destiempo en el sector inmobiliario y en no traspasar los activos tóxicos a la Sareb»; «desde 2006, 100 euros se han convertido en 3», «nos ha llevado a la bancarrota», «éramos el banco mejor gestionado de Europa hasta que llegó a la presidencia», «es el peor presidente del Popular en toda su historia», «ha sido un ángel exterminador para el Popular». Incluso algún accionista le criticó por no defender su gestión en la junta.

Pero también hubo muchas críticas de accionistas al consejo, por aprobar 8 millones de euros de indemnización a Ron, «es una indecencia mientras miles de accionistas se han arruinado», «se toma a los accionistas por idiotas». mientras se exige depuración de responsabilidades, una auditoría sobre la situación real del banco, y hasta una acción social de responsabilidad «contra Ron y el consejo por dejar el banco hecho una mierda». Incluso se lanzó la propuesta de que Ron no cobrara su pensión hasta que las acciones no recuperaran el valor que tenían cuando logró la presidencia.

Y también se critica al Banco de España y a la CNMV, «que deberían haber intervenido hace tiempo».

Al nuevo presidente algunos accionistas le piden que «eche a todos sin indemnización alguna», que el Popular siga en solitario, que no haga otra ampliación de capital, que no malvenda la autocartera, que «el Popular vuelva a ser lo que fue», que «recupere todo lo que se ha perdido. Hay quien, en vez de felicitarle, le dió «el pésame». Otro se pregunta si «¿es Saracho el presidente que necesita el Popular?». Hubo un accionista que llamó al nuevo presidente «Sarancho» (quizás confundiéndolo con el torero Cagancho) y lo hizo hasta en tres ocasiones.

Y un accionista aludió al ya famoso «el Popular es un bancazo», que repite siempre el consejero delegado, Pedro Larena: «De bancazo, nada, un banquito y gracias».

La prioridad no es el dividendo, sino el valor de la acción

Roberto Higuera, que presidió la junta, contestó, uno a uno, a todos los accionistas. Acepta las críticas, pero no las descalificaciones personales, y menos los insultos, al anterior presidente. «Ron ha actuado buscando el mejor interés del banco, ha tomado las decisiones que creía más convenientes para el banco, ha defendido su independencia, ha trabajado con mucha dedicación, y con mucha honestidad, nadie podrá demostrar que se haya llevado nada». Y defiende la decisión de no recibir ayudas públicas, aunque sean indirectas, porque el objetivo era salvaguardar la independencia del Popular.

Precisa que el anterior presidente no ha cobrado un solo euro de indemnización. Y no ha reclamado los 254.000 euros que le corresponden como trabajador del banco. En 2016 cobró 1,47 millones, con 8,57 millones en su plan de pensiones. El Popular además ha dotado otros 15,64 millones adicionales para contratar una póliza que abonará 1,1 millones de euros brutos anuales mientras viva. El ya expresidente ha firmado una cláusula que le impide trabajar en cualquier entidad que compita con el Popular durante los proximos 11 años.

«Aquí no ha habido nada fraudulento. Hemos encargado diferentes auditorías a PwC, KPMG y Ernst&Young, que demuestran la correcta actuación. Las auditorías no tienen salvedades. Además, hemos estado bajo el control de los supervisores, que lo vigilan todo», contesta Higuera. «Tenemos los informes de los auditores y contamos con la supervisión de los reguladores. ¿Cómo vamos a ir a la liquidación? Hemos tocado suelo y ahora toca levantarse y recuperarse», reitera.

«El consejo cree que Saracho es el presidente que necesita el Popular», subraya Higuera, que, como Larena, cree que es «un  bancazo», con un negocio bancario «muy sano y rentable, con buenos márgenes».  «Debemos tener confianza en que vamos a recuperar el valor de la acción», reitera. «La prioridad no es el dividendo, sino recuperar el valor de la acción», enfatiza el vicepresidente del banco.

Higuera señala que el nuevo equipo gestor debe trabajar para elevar el valor de los títulos y evitar nuevos ataques bajistas. «Cuando les demos motivos para pensar que el banco va remontar, los cortos saldrán corriendo y la acción pegará un rebote», argumenta.

Tras la junta, el consejo de administración ha nombrado «por unanimidad» presidente a Emilio Saracho, y agradece a Ángel Ron «la labor realizada» y su «dedicación» a la entidad.