Joan Herrera: “El sindicalismo siempre ha respondido tarde al capitalismo”

25/02/2017

Luis M. del Amo. El exparlamentario catalán dirige la recién creada Escuela del Trabajo de Comisiones Obreras. Este centro de estudios aspira a convertirse en una referencia en la formación de sindicalistas y universitarios. Herrera desvela algunas claves sobre el futuro del centro, sus primeros pasos y los retos que se le plantean al sindicalismo moderno tras la irrupción de la robotización y las nuevas formas de trabajo.

Foto: ©JULIAN REBOLLO/CCOO

Con un sindicato entregado a la preparación de su próximo congreso, Joan Herrera –el abogado y político catalán, abanderado de la causa ecologista– pilota los primeros pasos de la recién nacida Escuela del Trabajo. El centro, un empeño personal del actual líder de la central, Ignacio F. Toxo, pretende no solo mejorar la preparación de los mandos intermedios del sindicato. Quiere además servir como referente de los estudios universitarios del orden laboral. Para ello, la Escuela, que prevé formar nada menos que a 300 sindicalistas cada año, descarta por elitista el modelo germano. Es la respuesta del sindicato a una nueva forma de capitalismo, que ha desmaterializado la economía, financiarizado su lógica. Y uberizado las relaciones de trabajo. Pero donde, entre otras amenazas, persiste el conflicto entre capital y trabajo.

Pregunta.- ¿Por qué una escuela del trabajo? ¿Cómo se ha montado este proyecto?

Joan Herrera.- Lo primero que hemos hecho es mirar experiencias comparadas. Existe en este sentido la formación de cuadros de los sindicatos centroeuropeos, que es como la formación de un cuerpo de élite. Y luego tienes otras experiencias, como la de los sindicatos argentinos que tienen la universidad del trabajo.

P.- ¿Y por qué modelo ha optado Comisiones Obreras?

J. H.- Estamos diseñando de momento un programa piloto, con una formación más sociopolítica. Y el objetivo es que tengamos en poco tiempo un doble itinerario. Por un lado, un itinerario de formación sociopolítica, dirigido aproximadamente a 200 personas cada año, con una perspectiva sobre qué es lo que está pasando hoy, con un bloque sobre historia del sindicato y del sindicalismo; otro bloque del capitalismo de posguerra al capitalismo actual; un tercer bloque sobre el marco institucional; un cuarto bloque sobre la centralidad del trabajo; y un quinto bloque sobre el sindicato como instrumento de transformación. Eso lo desarrollamos en torno a las 80 o 100 horas, más trabajo online.

P.- ¿Y habrá alguna formación complementaria?

J. H.- La idea que tenemos es que a esa formación más sociopolítica le acompañe una formación sobre instrumentos y habilidades: negociación colectiva, experiencia en negociación, comunicación, liderazgos, dinámica de liderazgos, diálogo social… Temas concretos que además no tengan que ser impartidos en la Escuela Múñoz Zapico de Madrid, sino que los puedan liderar territorios o federaciones no necesariamente de Madrid.

Esto es lo que estamos empezando a diseñar en una experiencia piloto.

P.- ¿Y quién impartirá esta formación?

J. H.- La idea que tenemos es que sea gente de la casa, pero también mucha gente externa. La experiencia de formación tiene que servir no solo para formar, sino para relacionar al sindicato con la reflexión crítica. Que sea gente ideológicamente diversa. Y que no siempre repita.

Las personas que impartan la formación tienen que ser expertos, que vengan de la academia o del mundo económico, o del mundo del trabajo. Pero que sean variados. Y que eso nos sirva para hacer aflorar el conocimiento que hay en la casa; yo creo que aquí hay gente que sabe mucho sobre temas muy concretos aunque ese conocimiento no es lo suficientemente conocido, incluso dentro de la misma casa. Este es el objetivo a corto o medio plazo.

P.- Pero esta escuela no solo servirá para formar a cuadros sindicales, ¿no?

J. H.- La idea es que sea una escuela de trabajo que sea reconocida como tal, y que, a aquellos que estén cursando un título universitario, les pueda dar créditos. El objetivo sería que, en 2018, pudiésemos desarrollar lo que llamaríamos la Universidad del Trabajo, con tres patas o tres vertientes: la perspectiva sociológica del trabajo, la perspectiva jurídico laboral y la perspectiva económica.

De tal manera que aquí en la universidad del trabajo, con itinerarios de 700, 800 o 1.000 horas, en formato de máster o de posgrado, pueda acceder gente de la estructura del sindicato, pero no solo esa gente, sino quienes hoy están estudiando en la universidad, y quieren acceder a un título de estas características. Sería un manera de hacer que el trabajo aparezca como elemento o vector de análisis, con una cierta profundidad, respecto a lo que está pasando.

P.- ¿Será la UNED la institución que otorgue al centro ese rango universitario?

J. H.- vamos a empezar con la escuela y ya veremos… Ya veremos si es con la UNED o con quien es. Sabemos que factible, pero queremos ir paso a paso.

Yo creo que lo importante, para no morir en el intento, es ir paso a paso. Y lo que hay que consolidar ahora es el marco de la escuela y de los instrumentos. Esta primavera lo que toca es consolidar la experiencia piloto y proyectarla en la escuela de cara a septiembre para que tengamos un itinerario de sociopolítica, de siete y ocho módulos, y otros tantos de instrumentos, que nos permita llegar a entre 200 o 300 personas al año. Y en el curso de 2017-2018 nos ponemos a preparar el curso de 2018.

R.- El curso piloto ha arrancado ya. ¿Cuáles son las primeras impresiones de los alumnos?

J. H.- Creo que ha ido bien. La gente está contenta. Hay cosas que mejorar, desde la perspectiva metodológica, pero creo que es un tipo de formación que no se había impartido nunca en el sindicato, que relaciona a los cuadros del sindicato con lo externo.

Es verdad que ha caído en un momento precongresual, donde mucha de la gente de la estructura sindical, que debería ser alumna de esta escuela, están metidos hasta el cuello en el proceso precongresual. Pero creo que la valoración ha sido positiva. La gente está contenta.

R.- ¿Qué aporta la escuela del trabajo al sindicalismo actual?

J. H.- Constituye uno de los elementos claves para poder interpretar qué está pasando en el mundo. El sindicalismo siempre ha respondido tarde a las diferentes etapas del capitalismo. Yo siempre pongo el mismo ejemplo. La CNT en el congreso de Sants del 1909 se organiza por ramas, respondiendo a un cambio en la estructura productiva en las fábricas. Hoy, el capitalismo actual es un capitalismo financiarizado, con características de transformación en el modelo de producción.

Eso significa que el sindicalismo tendrá que reflexionar sobre cómo se adapta precisamente a tiempos que son distintos. Hay que ver por ejemplo cómo afecta la uberización. Porque el trabajo no desaparece. Simplemente cambia de características. Y el conflicto se mantiene. La cuestión es cómo articulas y cómo respondes a eso. El espacio de formación debe servir para interpretar en qué momento estamos. Porque si a un cuadro sindical le permites interpretar mejor el momento en el que estamos, las habilidades organizativas serán mejores.

P.- ¿Y en qué momento estamos?

J. H.- Yo creo que estamos en un momento de capitalismo financiarizado cuya característica principal no es la producción, ni la transformación, sino la acumulación. Es es la primera característica. Es un capitalismo muy distinto al de 1980 cuando el fordismo y el taylorismo continuaban siendo una expresión de transformación.

Pero además hay un segundo elemento. Creo que estamos en un momento de conflicto capital-biosfera sin precedentes en la historia de Humanidad. Es decir, al conflicto capital-trabajo se le añade el conflicto capital-biosfera, donde obviamente el vector energía es un elemento central.

Por tanto tenemos un elemento de desmaterialización de la economía brutal, que es la financiarización. Pero luego tenemos un elemento, con el vector energía, de posible materialización de la economía, con un proceso de transformación en el que la energía no se extrae, sino que se toma del sol… El vector energía es un elemento central en toda la revolución industrial. ¿Qué va a pasar con todo esto?

Yo creo que estamos en todo caso en una capitalismo que es distinto al de 1980, completamente distinto.

P.- ¿Y en relación al mundo del trabajo?

J. H.- Tienes otros elementos en el cambio de la estructura productiva y en la relación capital trabajo. ¿Qué representa la uberización? ¿Hasta dónde va a llegar la robotización? ¿Cuántos puestos de trabajo va a sustituir? Hay un discurso de que habrá menos puestos de trabajo, pero la OIT señala que hay 50 millones de trabajadores más en el mundo ahora que hace dos años.

¿Qué significa la uberización? La uberización como elemento de disponibilidad del trabajador, que debe estar disponible todas las horas, cien por cien, sin derechos, con una relación mucho más mercantil y menos laboral. Esos son los cambios que se están produciendo.

P.- ¿Qué puede hacer el sindicato?

J. H.- La uberización es un método de desregulación. Y donde tiene que responder el sindicato es en el conflicto. Hay un conflicto laboral ahí, latente aunque formalmente las relaciones no sean laborales sino mercantiles, o de falsos autónomos. Lo que tienes que hacer como sindicato es responder a ese escenario. De hecho ya lo ha hecho. Los acuerdos multiservicio de empresas que operan, no en un sola rama sino en varias, es una manera de responder. Habrá que interrogarse sobre ello…

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